…caras adormecidas, algún bostezo furtivo, maduras recién peinadas, una perilla con canas, un militar sin reemplazo, abrigos abotonados, un carterista drogata, varias calvas sin sombrero, ancianos con cefalea, algún maletín, muchos zapatos…
Recuerda perfectamente el primer día que la vio. Hacía una semana que trabajaba allí y aún no había sido capaz de asimilar los horarios de la gente. Momentos de una tranquilidad fría, expectante, suceden a otros de un bullicio abrumador, cientos de caras anónimas pasan frente a él en pocos minutos, dejando su prisa en el ambiente.
…un maricón fashion victim, algún gordo depresivo, estudiantes de bellas artes que llevan grandes carpetas, un valiente en camiseta, una diosa sin braguitas y dos enfermos acompañados: uno grandón con muletas y el otro recién operado; más morenas que rubias, bastantes apresurados…
Tiene que ser rápido si quiere vender algo. Barato. Lleva tres paga dos. Mejor que el Corte Inglés.
…vagones redecorados, un abogado en paro, un pedigüeño con botas, un saxo envalentonado, un bizcochito de nata, dos cocacolas mediadas…
Aquel día se planteó por vez primera lo ridículo de aquel nombre. Sol.
…relojes publicitarios, prensa del día, carritos de la limpieza, una bombilla fundida, pintadas en el retrete, chicles abandonados, Ópera, Tirso de Molina, enlace con otra línea…
Para un hombre del sur, de cielos azules, de horizontes amarillos y bocanadas de aire tibio, llamar así a un lugar como este es prostituir el concepto en si mismo. Decir trabajo en Sol significa también decir ha salido el sol con la boca sucia, es acabar con la luz, porque trabajar en Sol es como si te tragara la tierra, es abandonar cielos, horizontes y bocanadas de aire, para sumergirse en las luces apagadas de pasillos y escaleras, es cambiar la alegría del estar vivo por la tristeza del seguir viviendo.
Recuerda.
Ocho y media, fuera hacía rato que debía ser de noche; una sirena; frío, del que amorata los labios y transforma en artríticos aun los dedos más jóvenes; | el traqueteo cada vez más cercano; escaleras, soportando pisadas de una nueva avalancha; y de pronto ocurrió, unas piernas rezagadas. |
…moro, cabrón, éste no te lo pago, están quitando trabajo, pero mira que eres majo, benditas fronteras…
Sin darse cuenta comienza a buscar su cara entre cientos de caras, día tras día aguza su oído intentando descifrar qué pisadas le corresponden, se sorprende a si mismo inclinando ligeramente hacia atrás su cabeza y olfateando como un sabueso su rastro, ese perfume a jardín con estanque que ha desarrollado en él una memoria olfativa de la que se creía incapaz. Aprende sus horarios. Conoce sus vestidos. Lamenta sus tristezas. Celebra sus sonrisas.
Doce y media, sábado; sol allá arriba; hoy nadie corre; dulces pisadas, leve perfume; no trabaja la dama, quizá algunas compras. | Hoy es el día. El miedo le desencaja, sus piernas tiemblan; Agarra su brazo más fuerte de lo debido. El idioma le traiciona. |
…¡socorro!, deseo interrumpido, héroes subterráneos que golpean cortejando a la dama, dos gorras de policía, un animal furtivo, ella desconsolada rumiando su miedo con tila y tostada, varios burgueses lascivos de puños satisfechos y barrigas agradecidas, garrote y reclinatorio, primer mundo…
Polizón en galeras, fugitivo por galerías, amor extranjero.