sábado, 8 de noviembre de 2008

La cata del siglo


Adentrarse en el mundo de las grandes añadas requiere una introducción a las peculiares características de estas catas.

En primer lugar, hay que preparar el bolsillo. Olvidémonos de acceder a estos vinos a precios asequibles y de poder encontrarlos fácilmente. Se trata de piezas de coleccionismo que circulan en un mercado de segunda mano mayoritariamente formado por particulares. No es habitual verlas en establecimientos abiertos al público.

Precisamente la limitación y opacidad del mercado de estos productos hace que al placer de beberlos se añada la satisfacción de su hallazgo tras arduas pesquisas y, no pocas veces, el morbo de haberlos adquirido por debajo de su precio normal simplemente porque su último poseedor desconocía por completo el valor de lo que tenía. Exactamente igual que ocurre en el mundo de los anticuarios.


Teniendo en cuenta lo anterior, lo ideal es ponerse en manos de alguien conocido que, siendo experto en la materia, haya tenido acceso a gangas y desee compartirlas reservándose para sí un margen razonable (y totalmente justificado como premio a sus conocimientos, esfuerzo, inversión y dedicación). Eso es mucho mejor que intentar aventurarnos por nuestra cuenta en un sector desconocido donde nos puede ocurrir justo lo contrario: que nos la den con queso. (Precisamente esta expresión -"que no te la den con queso"- proviene del mundo del vino y hace alusión al truco de los bodegueros de antaño de invitar a queso a sus clientes mientras degustaban sus vinos, ya que el queso tapa las papilas gustativas y hace que cualquier vino esté bueno).


Pues bien, gracias a Francisco la otra noche tuvimos la ocasión de probar diez vinos de grandes añadas que a cada uno de los allí presentes nos hubiese sido imposible comprar por nuestra cuenta.

Otro factor a considerar para disfrutar en plenitud de una cata de viejas glorias es reunir un número adecuado de personas, ni muy pequeño ni muy grande. En nuestro caso el grupo tenía el tamaño ideal: diez personas para diez vinos. La unión hace la fuerza y si una botella tiene un precio prohibitivo puede merecer la pena pagarla entre varios y diluir el esfuerzo económico de su adquisición.

Por otro lado, es habitual que algunos vinos de muchos años de edad no se hayan conservado en óptimas condiciones y se hayan echado a perder. Éste es un riesgo con el que hay que contar. Por eso es mejor organizar la cata simultánea de varios vinos para que no nos importe tanto el que en un momento dado un par de botellas terminen en el fregadero de la cocina.

Otro prejuicio del que debemos liberarnos es la fama o reputación que tenga actualmente una bodega. Las bodegas evolucionan, cambian de dueño, de gestor, de política... y es posible que una marca hiciera vinos maravillosos hace 40 años y ahora se dedique a aprovechar su prestigio pasado para colar en las grandes superficies cantidades enormes de vino mediocre, elaborado con uvas compradas a terceros y no procedentes, por tanto, de sus viñedos, a precios asequibles pero aun así demasiado altos para la baja calidad que ofrecen a cambio.

En cualquier caso, y con independencia de la bodega, parece que la forma de hacer vino de los años 60 y 70 no tiene nada que ver con la actual, que está condicionada por una fuerte competitividad y por el interés de acceder a un público cuanto más amplio mejor, lo que lleva muchas veces a crear vinos comerciales, aptos para todos los públicos, pero poco sorprendentes.

Si a la originalidad de los caldos de hace 30 o más años le sumamos la evolución singular que cada uno habrá tenido durante su crianza en botella a lo largo de varias décadas está claro que el producto que vamos a probar poco o nada tendrá que ver con los vinos a los que nuestro paladar está acostumbrado.

Hechas estas advertencias, pasemos a comentar los diez vinos que la otra noche tuvimos el enorme placer y honor de catar.

Torremilanos Gran Reserva 1976


Como se aprecia en la foto, la etiqueta de esta botella estaba muy deteriorada. No así su contenido, que es lo que importa.

De poca capa, con un color entre teja y piel de cebolla y ribete anaranjado. Sorprende la complejidad de su nariz: caramelo, barniz, cáscara de naranja, madera húmeda de tienda de antigüedades... Bastante terciario y con intensidad media. Increíble aroma a café al cabo de media hora.

En boca tiene poca estructura, persistencia media, un tanino amable y un cierto desequilibrio hacia una acidez ligeramente excesiva.

Chateau Belgrave 1981

Aunque su título de Gran Cru indica que el viñedo del que procede este vino estaba orientado al sol, la primera impresión que nos da este caldo es que a la uva le faltaron horas de sol o se cosechó cuando no estaba del todo madura.

Inicialmente desprende un aroma inequívoco a pegamento, aunque resulta más elegante decir que huele a laca de uñas.

Al cabo de unos minutos, y como es habitual en los Cabernet Sauvignon y en muchísimos vinos franceses, tenía un inconfundible olor a pimiento verde.

En boca no triunfó, resultando áspero, ácido y desequilibrado.

Viña Ardanza 1970


Primer plato fuerte de la velada. Bastaba ver la sonrisa de los reunidos al acercarse la copa a la nariz para darse cuenta de que estábamos ante algo muy especial.

A la vista no era nada atractivo: capa espesa, turbio, marrón... Sin embargo, su densa y lenta lágrima ya nos anunciaba una potente estructura, como luego se comprobó en boca.

A pesar de sus 38 años de edad, ahí es nada, tenía una intensidad medio-alta en nariz. Alucinante complejidad y equilibrio de olores: aromas primarios, secundarios y terciarios. Este vino lo tiene todo.

Cuero, coco, dulce de membrillo, betún, minerales. En nariz resulta goloso, cremoso.

En boca no encuentro palabras (qué paradoja). Se puede decir que es el vino perfecto. Sin duda el mejor de la noche (en boca), y eso que el listón estaba muy alto. Jamás he probado un vino más equilibrado. Y cómo llenaba la boca: qué cuerpo, qué carnosidad.

Mauro 1996

Con mucha capa, rojo picota y con ribete granate.

Regaliz, tinta china, crema catalana, piedra. Aromas primarios y secundarios. Balsámico.

Con cuerpo, goloso. Tiene un tanino que agarra, sin llegar a resultar áspero.

Al cabo de media hora en nariz es caramelo puro, Werter's Original.

Chateau Montrose 1974


Como el Chateau Belgrave había olido a pegamento Imedio y el Viña Ardanza de aspecto sucio y turbio había resultado uno de los mejores vinos que he probado en mi vida, cuando percibí el olor a humedad de pared y el tufillo a bajante de este vino ya me quedé dudando si evolucionaría al rato o me sorprendería en boca, pero la realidad fue que estaba corrompido y quienes nos lo llevamos a la boca nos arrepentimos, pues sabía peor aún de como olía.



Chateau De L'Enclos 1990


Vino granate, de capa media-baja, con ribete ocre y lágrima densa.

En nariz nos evoca cera (velas), cuero, especias, un pimiento muy integrado, cedro, eucalipto. Por la retronasal miel. Muy balsámico.

Se sugirió el pato a la naranja como maridaje ideal.

Muga Gran Reserva 1982


Quizá el vino más clásico y elegante de la noche. También, sin haberse deteriorado en absoluto, el que más acusaba su ancianidad (¡y eso que era entre diez y veinte años más joven que otros que se encontraban en plena forma, con una insultante intensidad en capa, nariz y estructura!).

Podemos decir que a éste no le quedan muchos años para poderlo disfrutar en botella.

Poquísima capa, casi transparente, hasta el punto de que su ribete ni siquiera se aprecia.

En nariz resulta sólo terciario y en boca un pelín metálico. Con todo, es finísimo y sutil. Pero apagado. Hay que beberlo rápido porque una vez abierto no evoluciona sino que se desvanece.

Es un vino técnicamente perfecto, pero no emociona. Puede ser muy del gusto de una persona mayor.

Campo Viejo 1964

La recta final de la cata fue absolutamente espectacular.


Este vino llevaba al menos 35 años en botella cuando lo descorchamos.

Turbio y con sedimentación. Por lo visto los franceses se comen estos posos untados en pan tostado.

Este anciano se encuentra en plena forma: capa media y aromas terciarios de intensidad media, especialmente a barniz, aunque inicialmente pega un golpe de óxido-reducción.

Como curiosidad se comentó que el año 64 en La Rioja fue catalogado como la mejor añada mundial de la historia.

Pingus 2003


Entramos en el terreno de la leyenda.

Todo el mundo habla sobre el Pingus, pero muy pocas personas lo han probado. No ya porque cueste unos 800 euros la botella, que también, sino porque sólo se producen 5.000 botellas al año.

Por tanto, tener la oportunidad de probarlo y poder opinar uno mismo pasando olímpicamente de lo que digan por ahí es ya en sí todo un acontecimiento.

Dos de los asistentes a la cata del siglo habían probado antes el Pingus y habían estado con Peter Sisseck en persona en la mítica bodega de Quintanilla de Onésimo, por lo que puedo narrar casi de primera mano algunas experiencias y anécdotas.

Este danés sólo utiliza roble francés para la elaboración del vino, tanto en los tinos como en las barricas, todas nuevas y de un solo uso. Toda la uva procede de un único viñedo. Sisseck se planteó comprar las fincas adyacentes pero desistió de esa idea al comprobar que el suelo a pocos metros de su finca ya no era igual. El despalillado se hace a mano.

El nombre Pingus proviene del apodo que tenía Sisseck en su infancia. Para su autor, Pingus 2003 ha sido el mejor vino que jamás haya hecho (¡precisamente la añada que nosotros probamos!).

Del vino en sí podemos decir que es muy especial, intensísimo y muy persistente. Tiene mucha concentración de uva y un color muy opaco.

Deja azúcar residual en la copa. Huele a grosella, a pimentón dulce, a confitura, a tostados...

Es mejor en nariz que en boca, donde resulta algo áspero.

Dada su potencia, se sugiere como maridaje ¡el chocolate puro!

Fue una pena tomarlo tan pronto, pues se estima que evolucionará a más en los próximos 10 años.

Vega Sicilia 1974

Otra leyenda de vino. Para mi gusto mejor que el Pingus. Para Francisco, Pingus está sobrevalorado. No tiene sentido que cueste lo que cuesta, salvo por razones de márketing y lujo, como es el caso.

En cambio, la calidad de Vega Sicilia es tan impresionante que estaría justificado que se cotizara más caro, sobre todo si lo comparamos con muchos vinos franceses.

El año 74 fue uno de los mejores. En general, en Vega Sicilia son excelentes los años pares y los mejor pagados el 68 y el 70.

De color rojo rubí, tiene un característico olor a cereza en licor.

La velada fue totalmente memorable, la cata colectiva fue una delicia, porque cada uno aporta algo y entre todos se hace la faena.

Por supuesto, la subjetividad es importantísima y cada uno opinó libremente y al final la lista de los 9 vinos limpios que pudimos probar ordenada de mejor a peor fue distinta para cada uno.

Hubo quien consideró que Pingus era el mejor. Para mí fue el tercer mejor vino de la noche, para otros el cuarto... Como el vino está vivo dentro de la botella, quién sabe si Pingus 2003 no se llevaría el gato al agua una década más tarde. Para mí, como el Vega Sicilia del 74 y el Viña Ardanza del 70 pocos vinos puede haber. Me parecieron sensacionales.

Como haremos otras catas, ya estoy deseando que llegue ese emocionante momento...

viernes, 19 de septiembre de 2008

CALAMARES CON GUINDILLAS

Después de tanto rollo primavera hundido en prefabricada salsa agridulce, que la llaman así por la cara de amargado que se te queda después de comerla, Hay demasiada gente que opina que la cocina china es mezquina.
Sin embargo, todos sabemos que la más exquisita obra de Nuestra Cocina, el inigualable huevo frito, puede transustanciarse en esa cosa con forma de huevo y que, proveniente de alguna apestosa granja de gallinas esclavas, plasticosamente te han servido frita en aceite de diossabequé y acompañada por una rodaja de bimbo.
Si tal sacrilegio ha merecido alguna vez, al menos una pequeña muesca por tu parte. Si crees que también hay jamones malos, y que existen las hamburguesas a las que no se les puede hincar el diente… ¿no crees que deberíamos darle una oportunidad a la cocina china? Una cocina milenaria, practicada y disfrutada por miles de millones de personas, que a través de generaciones supieron aprender sobre lo que les sentaba bien y mal. Una gastronomía crecida a la luz de filosofías que nos hablan de equilibrio, con nosotros y con el exterior, de elementos diferentes que contrastan y se complementan, que se juntan pero se respetan continuando libres. Efectivamente, es la antípoda del potaje (Igualmente delicioso, por otra parte)





Ingredientes



Calamares muy frescos, Col china, Guindillas. De cantidades no hablo, porque es de pobres y porque es intrascendente para la calidad del plato. Aunque debemos tener en cuenta que estamos en la comida del YING y el YANG, por lo que es recomendable hacer un pato equilibrado, donde las verduras semi-crudas tengan un protagonismo especial, pero, sobre todo, equilibrado a nuestros gustos. (y si no te gustan las verduras ¡qué le vamos a hacer! Aunque harías mejor en que te gusten, Créeme, es una cuestión de actitud, que aptos somos todos)
Para la salsa necesitaremos uno o dos pares de cuharadas de Salsa de Soja (ésta es toda la sal que va a llevar el plato), una de Mirin (o azúcar de caña), media de pasta de camarones (o de huevas de atún en salazón), una generosa cucharada de generoso oloroso seco (el Río Viejo de Domecq es seguramente la mejor opción por su precio y calidad), una cucharadita de aceite de sésamo, el zumo de medio limón y un buen pedazo (ej:2cmx2cm) de jengibre rallado (los hipocondríacos absténganse de usar jengibre, vaya a ser que se les suba la glotis a la nariz y les provoque una dilatación excesiva del HARA).
Si tienes dificultades para encontrar todos los ingredientes, puedes prescindir de ellos, lo realmente importante es la forma de cocinar y cómo recogeremos al final el aroma de los salteados en la salsa. Cada uno de los ingredientes de la salsa aporta un matiz diferente del que se puede prescindir pero que se agradece, si pruebas varias veces suprimiendo unos u otros, podrás experimentarlo por ti mismo. En mi opinión sólo son realmente imprescindibles la salsa de soja y el jengibre, aunque a algunos les cueste.




Mise en place




Lavamos unas cuantas hojas de col china (si no la encontramos podemos hacerlo con col normal) y las cortamos en trozos grandes. Ya sabéis, trozos de bocado, que esto hay que comerlo con palillos. Ahora un pedazo de col, luego uno de calamar, guindilla para animar el espíritu, col para refrescarlo, calamar chicloso, col crujiente y cálida guindilla.
El calamar se debe abrir y hacer una cuadrícula fina con el cuchillo sobre la parte exterior (así los trozos se rizarán al cocinarlos, quedando los cuadrados abiertos hacia afuera), sin llegar a atravesarlo. Una vez hecho esto lo trocearemos. Ya sabéis, tamaño bocado.
Las guindillas serán mejores cuanto más carnosas sean. Les quitaremos las membranas y las semillas para que no piquen en exceso. También se puede combinar el uso de pimiento dulce y guindilla pero teniendo en cuenta que si la diferencia de grosor es mucha, tendremos que saltearlos por separado, por aquello de no pasarnos con el débil.

Mezclamos en un bol todos los ingredientes de la salsa



Superfastfood Finish



Salteamos las guindillas con una cucharada de aceite durante muy poco tiempo. ¿A que jode? …MUY poco tiempo… ¿y qué quieres que te diga si no lo he medido nunca? Estas cosas se ven; hay que mirar las guindillas, tienen que calentarse, incluso adquirir algunas manchitas de ligero tostado por el fuego fuerte. Apartamos y salteamos los calamares. Igual, fuerte y con movimiento. Muy poco tiempo, los calamares son algo con lo que es casi imposible quedarse corto pero muy fácil pasarlos. En el momento en que pierden esa “translucidez” característica, ya nos estamos pasando (siempre están pasados después de dos minutos en la sartén). ¡FUERA! ¡Quédate encima de las guindillas! Que ahora le toca a la col (hablarle a la comida no es de locos, es de apasionados). La col es al revés, cuando comienza a transparentarse, ya se nos ha ido de madre. ¡Fuera tú también! Con el calamar. Que ahora voy a echar la salsa sobre la sartén, separándola del fuego si está demasiado fuerte, dejando que la salsa densifique un poco. Es el momento de devolver a calamar, col y guindillas a la sartén. Mezclamos durante unos segundos y servimos…

ON EGIN (que aproveche, baina euskaraz)

jueves, 11 de septiembre de 2008

CITAS Y USOS. Usando citas.

Este texto es una traducción-adaptación de Porrito de un artículo de Anjel Lertxundi.


“No sabemos lo que nos está ocurriendo y eso es, precisamente, lo que nos está ocurriendo”. Se trata de una frase de Ortega y Gasset que la hija favorita de Aznar, la Fundación FAES, ha utilizado para denunciar la política económica del gobierno.
La FAES y la derecha española intencionadamente usan a Ortega. La izquierda, a Machado. Zapatero, a Antonio Ramoneda. Los que quieren escribir sobre el euskera, a Koldo Mitxelena. Los “urbanitas” vascos, a Bernardo Atxaga. Los que defienden el hedonismo, a Walter Pater, y si además quieren hablar de belleza, a Oscar Wilde. Los que a oídos de otros pretenden susurrar compromisos éticos, a Albert Camus…

Fácilmente podríais continuar ampliando esta lista de “usos”

Nuestro diccionario otorga al verbo usar, como primera acepción, la de “Hacer servir una cosa para algo”

De que todos los “usos” de nuestra lista sirvan para conseguir ese “algo” no podemos estar seguros. Pero sí podemos estarlo de que uno no debe apropiarse de lo ajeno en beneficio propio.

Sí podríamos decir que bien empleada está una cita usada para ilustrar nuestro discurso, o para mejorarlo, o para contraponerse a ella.

Pero también podemos afirmar que el nombre del autor de la cita engorda nuestro discurso, hasta el punto de que dé igual lo que realmente quiera decir la misma. Lo importante es el Nombre.

No puedo dejar de ver algo de moho en la patrimonialización de los grandes nombres. Si son grandes es porque fueron libres, y porque sus pensamientos se sobrepusieron día tras día a la adversidad.

CONFUCIO: “El sabio busca lo que desea en su interior; el no sabio, lo hace en los demás”.

Y con esta cita de Confucio quedo desnudo ante vos.






lunes, 11 de agosto de 2008

Heroína sí, alcohol y tabaco no

Nota: este relato es totalmente ficticio y su autor censura el consumo de todo tipo de drogas.

El destino quiso que cambiara el lujo de los despachos por un mugriento almacén, la chaqueta y corbata por un forro polar hasta en verano (el almacén estaba todo el año a dos grados) y los balances de sumas y saldos por la carretilla, el grupo electrógeno y los evaporadores, que no te veas el coñazo que da la escarcha que se forma cuando abres la puerta y entra de golpe una masa de aire treinta grados más caliente que el interior de la cámara.


Por suerte, el enfrentarme con todo aquello no fue como mozo de almacén por haberme estrellado profesionalmente sino todo lo contrario: me hicieron máximo responsable de aquel tinglado y tenía que mamar la primera línea de fuego para poder tomar decisiones importantes.


Eso hizo que mis dos años en aquella nave fueran de los mejores de mi vida profesional: gente llana, que por otro lado son más listos que el hambre (¿quizá porque la pasan?), situaciones nuevas, cuestiones técnicas que suponían todo un reto para mí, y sobre todo una evasión de ese mundo artificial en el que hay que ir bien arreglado, cuidar el vocabulario y temer más que a nadie al que más sonriente te mira.


Fue en el almacén donde conocí al Flores. Él entró por ETT como mozo de almacén cuando yo llevaba casi dos años allí, había cumplido con mi cometido y estaba a punto de volver a los despachos inmaculados con gran dolor de mi corazón.


Desde el primer día consideré un hallazgo el fichaje del Flores. Coincidió que nuestro Pepe de toda la vida estaba de vacaciones cuando él entró y Flores se lució reparando en cinco minutos cosas que Pepe había tenido abandonadas durante años: desagües que goteaban, interruptores que no encendían, puertas que no cerraban...


La voz aguardentosa del Flores era casi cómica y aunque su aliento apestaba a alcohol no olía mal del todo: a mí me olía a vino, por lo que supongo que él bebería otra cosa que se transformaba en vino al mezclarse con sus jugos gástricos.


Cuando Pepe volvió de vacaciones prescindimos del Flores, que por tanto estuvo con nosotros algo menos de dos semanas, tiempo suficiente para darme cuenta de su valía humana y profesional, por lo que me quedé con su número de teléfono para futuras colaboraciones.

Al cabo de unos meses, cuando ya estaba totalmente centrado en mi nuevo proyecto de oficinista, y a raíz de planear una reforma en casa llamé al Flores para ver si le interesaba ese pequeño trabajo de albañilería y quedamos para enseñarle mi casa y tomarnos una cerveza.

El trabajo le interesó y en breve lo acometeremos, pero lo más interesante fue conocer a ese pedazo de persona con la que tuve una química brutal desde el primer momento, a pesar de que nuestros orígenes, trayectorias e incluso ideología no podrían ser más dispares.

Estoy convencido de que es posible aferrarse a lo que nos une con otros mortales y obviar lo que nos distancia de ellos, por muy relevante que pueda parecer eso que nos separa.

Resulta que el Flores había estudiado en el mismo Colegio de jesuitas que yo. ¡Joder, qué casualidad! Claro que aquello fue en 1978, cuando yo estaba en 3º de EGB y él en 1º de FP y él sólo duró un año allí: los dos primeros trimestres sacó una media de notable pero después lo crucificaron tras decirle a un cura que él no creía en Dios. A partir de ese momento le empezaron a llover los suspensos y terminaron echándolo ese mismo año.

Por supuesto el Flores había conocido mi antro favorito: la Farándula, lo más underground de mi ciudad, donde estuve dos años pinchando música.

Y hablando de música estuvimos varias horas: que si La Polla, Cicatriz, Eskorzo, Eskorbuto, La Banda Trapera del Río, Deep Purple, Pink Floyd... Teníamos gustos muy parecidos, por lo que pronto caimos en una gran complicidad, que nos llevó a sincerarnos en otras áreas.

Para más INRI, aunque muchos años antes que yo, el Flores también se había casado por lo civil, sin celebración ni disfraces y se había ido de viaje de novios a Granada, ¡igual que yo!

Él también era padre de una sola hija, sólo que la suya tenía 18 años y la mía 10 meses.

Como en política él era más rojo que un coche de bomberos y yo ahora me declaro radicalmente liberal y de derechas pensamos que nuestra conversación, al menos a esas alturas de empezar a conocernos, sería más productiva si saltábamos a otras materias en las que tuviéramos más coincidencias que discrepancias. Con todo, también en política había una gran coincidencia, sobre todo a la hora de criticar al Gobierno y censurar todo tipo de totalitarismo (incluido el mediático), la hipocresía y la corrupción.

Yo creo que ser de derechas o de izquierdas es algo visceral, no racional. No puede explicarse, es como ser del Betis o del Sevilla, de la Macarena o de la Esperanza de Triana. Nunca vas a convencer al otro de tus ideas, por muy claras que las tengas y muy razonado y persuasivo que llegue a ser tu discurso.

Por tanto, como no conducía a nada en ese momento enzarzarse en estériles discusiones políticas, empezamos a hablar de drogas.

Él decía que fumaba porros de vez en cuando. A veces tenía él, a veces su hija, y se lo pasaban mutuamente. Esa sinceridad y complicidad paterno-filial me pareció entrañable. El Flores estaba muy orgulloso de su hija. Cuando ella tenía 12 años el Flores se separó de su mujer y los jueces le dieron a él la custodia de la niña, por lo que la había criado solo en los años más complicados. El Flores contaba con toda naturalidad cómo en verano tanto él como su hija se paseaban por la casa en pelota picada, ya que eso para ellos era lo más cómodo y natural.

De esnifar pasamos los dos, aunque reconocemos haberlo probado mil veces. La farlopa está tan extendida que se me antoja de una vulgaridad supina. "Raya" equivale a dosis de cocaína en el Diccionario de la RAE (acepción nº 11). Meterse una raya es tan zafio como ver Operación Triunfo.

Además, no nos gusta el efecto agresivo y acelerador de la coca, ni el perfil de su consumidor medio, ni la molestia de tener los capilares nasales reventados y sangrantes.

En cuanto a drogas más duras, yo había tenido un hermano heroinómano y politoxicómano ("redondo" en el argot del Flores), que sólo se había podido salvar de la cárcel o la muerte (únicas opciones del enganchado al caballo) gracias al lavado de cerebro que le hicieron en aquella secta evangélica. Le dije al Flores lo de siempre: eso le pasa a un hermano no drogadicto y lo consideras una desgracia; le pasa a un deshecho humano al borde del abismo y dices que ha sido una bendición.

Entonces el Flores me confesó que él también había estado en un centro de desintoxicación, pero no por las drogas sino por la "priva", pues al morir su padre justo un año después que su madre llegó a beberse una botella de ron a palo seco de un trago como cosa habitual (estaba claro que aquel timbre de voz se lo había ganado a pulso y con gran esfuerzo).

La experiencia del Flores en ese centro duró apenas media hora. Lo recogieron en su casa, a cien kilómetros del centro al que lo llevaban. Se tomó un café en un bar con los dos colegas que lo recogieron, que estuvieron explicándole las condiciones de su ingreso, que al Flores en principio le parecían bien. Mientras tenían esa conversación el Flores había puesto encima de la mesa del bar los tres o cuatro libros que había escogido como lectura para aquellos primeros y duros días de desintoxicación. Los dos coleguitas no le dijeron nada sobre la lectura, pero cuando llegaron al centro le quitaron los libros y le señalaron la Biblia que estaba sobre la mesita de noche de su habitación.

Eran las tres de la mañana y el Flores dijo que quería desintoxicarse, no convertirse al cristianismo ni renunciar a su libertad de pensamiento. Les pidió que lo llevaran de vuelta a su casa y los "hermanos" sólo accedieron a dejarlo en la estación de autobuses más cercana, donde tuvo que pasar la noche a la intemperie y a la mañana siguiente mendigar el importe del billete, pues no llevaba un céntimo encima.

No, el Flores no era un enganchado de las drogas. Él lo había probado todo, menos en vena, que le daba repelús. Sí había pinchado a sus amigos con mono que no atinaban a las venas, por caridad, y sabía lo chungo que era aquello.

Y de la priva se desenganchó él solito. El centro de desintoxicación le enseñó mucho, en muy pocos minutos, sobre la vida y con esa lección aprendida no le costó mucho dejar de beber.

Ya que nos habíamos sincerado tanto el Flores me contó su experiencia en la cárcel, de sólo quince días, aunque para él fue un purgatorio infinito, por haberle zurrado a unos picoletos. Curiosamente la paliza se la dio en un puti-club, donde él no estaba como cliente (jamás se ha ido de putas, lo cual le honra enormemente) sino como currante.

También me contó sus múltiples oficios aprendidos: en matenimiento de piscinas, como jardinero, electricista, fontanero, albañil...

Cuando ya habíamos llenado la panza e íbamos por la tercera o cuarta cerveza fui yo quien le propuse darnos un homenaje en mi casa para escuchar buena música y él propuso que nos drogáramos con algo que yo no había probado nunca: crack en plata.

Él tenía su bicicleta en las tres mil y tenía que ir a recogerla antes de que sus "amigos" la vendieran para meterse droga. De paso tenía que comunicarle a una señora que a su hijo lo habían detenido y metido en la cárcel. Aprovechó ese viaje para comprar 20 euros de crack.

Yo empecé a alucinar con todo lo que estaba viendo y viviendo, pues mi hermano era 9 años mayor que yo y yo era muy pequeño cuando él se metía, por lo que todo lo que hice y presencié en las horas siguientes era nuevo para mí.

El coche que llevamos a las tres mil fue el mío (el Flores, como digo, se mueve en bicicleta). Había decenas de furgones policiales por todas partes y yo no sabía cómo el Flores tenía valor de ir a comprar droga en mitad de esa desmedida presencia policial.

En cuanto el Flores bajó de hacer su "gestión" y se subió a mi coche un coche patrulla se abalanzó sobre nosotros obligándonos a bajar despacio del vehículo y con las manos en alto, como si fuésemos unos vulgares delincuentes.

En ese momento el Flores me tranquilizó diciéndome que no me preocupara porque no había podido pillar.

Los maderos nos hicieron vaciarnos los bolsillos muy lentamente, tuvimos que poner las manos encima del coche, nos cachearon minuciosamente y nos hicieron quitarnos los zapatos y los calcetines.

Con nuestros DNIs y la matrícula del coche hicieron pesquisas en su central, que confirmó que estábamos limpios. Inspeccionaron el vehículo a fondo. No encontraron nada. Para mí lo más sorprendente era la tranquilidad del Flores. Lo primero que preguntó el madero fue "¿qué, venimos de pillar, eh?" y la respuesta, sin inmutarse, del Flores, fue que sí, pero que no había conseguido nada. Con dos cojones.

Uno de los dos polis, el más joven, parecía muy cabreado por no encontrarnos la droga encima y al final nos dijo que por esa vez nos habíamos librado.

El Flores se veía muy desenvuelto en esa situación, pero para mí era algo totalmente nuevo y francamente desagradable.

Al doblar la primera esquina el Flores me enseñó sonriente las tres bolsitas que había pillado. ¡Hijo de puta! No sólo se había cachondeado de los polis sino que, muy hábilmente, me había mentido a mí antes para que yo no me pusiera nervioso. El tío es un genio. Entonces me contó que eso era muy fácil, que lo jodido es cuando te llevan a Comisaría y te hacen desnudarte por completo (en plena calle, lógicamente, no pueden hacerlo). Me dijo que él en una ocasión había escabullido siete gramos en la Comisaría, aun desnudo.

El menú para esa tarde eran dos dosis de base (cocaína tratada, que no sirve para esnifar) y una dosis de heroína. Me sorprendió que la heroína sólo costara 4 euros (los otros 16 eran para la base, a 8 euros la dosis), sobre todo cuando nos cundió para siete largas horas de conversación ágil y deleite musical.

Otro dato curioso fue que el trozo de papel de plata se adquiría fácilmente en cualquier quiosco de chucherías de las tres mil al módico precio de 20 céntimos. Ciertamente práctico, pues no me veo a ningún yonki entrando en el super para comprar un rollo de 32 metros de papel aluminio.

El ritual del Flores aliñando la droga era para verlo. El crack se fuma con mucho cuidado, inclinando bastante la plata, dejando que esa gota de color marrón oscuro fluya con rapidez de un extremo a otro de la plata mientras se le da calor por abajo con el mechero, pero dejando la llama siempre ligeramente detrás de la gota, lo que requiere una gran pericia, dado que la plata tapa la llama, es decir que tú ves la gota, no el mechero.

Por lo visto es muy importante que no caiga ninguna gota de sudor sobre la droga, ni ninguna otra sustancia, ya que la echaría a perder. Tampoco puede arrugarse el papel plata ni puede pegarse demasiado el turulo de plata a la gota ni debe calentarse en exceso el crack. Lo que no entiendo es cómo un yonki puede tomar todas esas cautelas si se pone a fumar drogado o con mono. Supongo que con práctica terminan haciéndolo mecánicamente con un vicio que te cagas, igual que cuando yo he conducido mi moto de 120 caballos borracho como una cuba y pudiendo a duras penas subirme encima de ella.

Para mitigar los inevitables sofocos hay que desproveerse previamente de la camisa. Por último, como las manos se te ponen negras es importante ver qué tocas antes de lavártelas.

La tarde transcurrió de manera memorable: conversamos de lo divino y de lo humano, escuchamos buena música y le pegamos al tema con extrema moderación. Aquella gota parecía inextinguible. A mí el humo me olía a aceituna. Según el Flores a cada persona le evoca algo distinto.

Luego nos fuimos a bailar (gracias a Dios hay garitos decentes donde ponen música setentera de muchísimos quilates) y a las 4 de la mañana dejé al Flores en su casa.

Es curioso que yo no sienta repulsa ante este tipo de droga tan tabú cuando soy un beligerante enemigo del tabaco. Pero es que me molesta tanto el humo y me parece tan gilipollesco estar enganchado a algo que no te coloca...

Por suerte, mis escarceos con la heroína son totalmente inofensivos, ya que mi riesgo de engancharme es cero. Aquel día hice eso porque estaba de Rodríguez, ahora vuelvo a mi rutina de dar biberones y disfrutar de mi bebé. Pasarán meses hasta que tenga otra oportunidad de probar el caballo y lo más seguro es que cuando vuelva a tener la ocasión no lo haga.

No me parece muy ético recomendar esta droga, pero sí diré que me parece muy hipócrita que la cocaína esté tan extendida y hasta bien vista mientras que la heroína se consideran palabras mayores o cosa de marginales.

La sensación que produce la heroína (al menos mezclada con base, que es como yo la he probado) es bastante placentera. Por un lado, tu cuerpo no se te acelera, sino que se relaja, pero a la vez tu mente vuela y aguantas despierto mucho tiempo. Luego duermes como un bendito y al día siguiente no tienes resaca.

Actualmente he enchufado al Flores en el almacén, para que tenga la oportunidad de trabajar en un sitio estable, aunque él y yo sabemos que el enchufe sólo sirve para entrar, no para mantenerse ni mucho menos para ascender.

En cuanto a mí, he descartado meterme nada por las tochas para el resto de mi vida, que en los próximos meses será de una abstinencia total de drogas, salvo el alcohol, que consumo con muchísima moderación (lo de ir ciego en moto fue un par de veces, no más).

Sed buenos, que la vida es muy bonita (y la paternidad ni te cuento).

viernes, 11 de julio de 2008

Demagogia de Federico y vino barato

Como el blog está alicaído y los temas que propongo encuentran una respuesta desigual (salvo en el caso de anónimo, que siempre está presto a descalificarme), me voy a tirar a la piscina una vez más, incluso quebrantando esa regla tácita de no crear dos entradas consecutivas.

(Lo de la respuesta desigual es evidente: si hablo de música nadie entra al trapo, si oso mentar a la PPK el debate es intenso y vibrante...)

Probaré suerte con dos temas, a ver si así por "H" o por "B" excito vuestras adormiladas mentes veraniegas.

La contraprogramación consiste en que un medio de comunicación fuertemente ideologizado recibe la filtración de un bombazo informativo que está a punto de publicar otro medio de signo contrario, tras lo cual el primer medio se adelanta y da antes esa misma noticia edulcorándola, maquillándola y justificándola. Con ello se pretende, y a veces se consigue, amortiguar el golpe de efecto esperado por el medio al que, a priori, el hallazgo beneficiaba.

Pues bien, dado que porrito no se anima a publicar esa entrada que anunció contra la COPE, aquí me tenéis tirando piedras contra mi propio tejado y denunciando la demagogia de FJL en dos asuntos de reciente y presente actualidad.

En primer lugar, su opinión vertida respecto a la sentencia de la Audiencia Nacional que considera que no es delito mantener el nombre de asesinos etarras en las calles de Euskadi. FJL ha dicho que es un disparate que no sea delito "ponerles" nombre de etarras a las calles. Y ahí falsea el contenido de la sentencia. "Ponerles" esos nombres sí es delito. Lo que dice la Audiencia que no es delito es "mantener" esos nombres.

En Derecho hay que hilar muy fino y la interpretación de las leyes punitivas ha de ser siempre restrictiva (esto es un principio general del Derecho). No es lo mismo dolo que negligencia. No es lo mismo "poner" que "no quitar". Si el legislativo entiende que hay que cambiar la ley, que la cambie (en el caso de leyes penales nunca pueden ser retroactivas), pero me parece bien que los jueces apliquen con meticuloso rigor las leyes y que las interpreten con la cabeza fría.

Hay muy pocos tipos delictivos por omisión (el único que se me ocurre es la omisión de socorro). La inmensa mayoría de los tipos delictivos contemplan la "acción" del delincuente. "No quitar" un nombre de una calle parece más bien un no acto que un acto. Cuestión distinta es si ha habido una votación en ese Ayuntamiento y la mayoría ha votado que no. Ahí si podríamos estar ante un caso "activo".

De cualquier modo, FJL ha hecho demagogia al dar a entender a su audiencia que ese Tribunal ha dicho que no es delito "poner" nombres de etarras a las calles. La Audiencia no ha dicho eso y él lo sabe.


El otro asunto, mucho menor, es su escándalo por que al Presidente del Gobierno le devuelva dinero Hacienda, habiendo llegado a decir que cómo es posible que con ese sueldo el Presidente no pague impuestos.

Todo el mundo sabe que los impuestos no sólo se pagan en la liquidación final del IRPF, sino que se van pagando mes a mes a través de las retenciones. Si la declaración te sale a devolver eso lo único que significa es que te han retenido más de lo que tienes que pagar, no que no pagues impuestos. Otro ejemplo de pura demagogia.

La pena es que muchísima gente ignorante que escuche la COPE estarán convencidos de que la Audiencia Nacional ha absuelto a quienes "pusieron" a las calles nombres de etarras y de que el Presidente del Gobierno no paga impuestos, con todo el morro.


En cuanto al vino barato, he descubierto un Chardonnay de la Ribera del Guadiana a 1,73 € la botella que, en mi modesta opinión, le moja la oreja al Milmanda de Torres de la Conca del Barberá, reputado como el mejor Chardonnay de España y cotizado a más de 30 leuros la botella. Obviamente no tengo ni puta idea de vinos. El magnífico Chardonnay a precio de tetra brik se llama "Valdequemao" y se puede comprar por cajas directamente a la Cooperativa San Isidro de Villafranca de los Barros.

viernes, 4 de julio de 2008

Pequeña colección musical

Hay un americano excéntrico que lleva 60 años comprando discos. Cuando su colección iba por la ridícula cifra de 160.000 discos, su mujer le dio a elegir entre la música y ella. El tío siguió coleccionando discos. Hoy tiene más de 3.000.000 de vinilos y 300.000 CDs. Como tiene 69 años, es diabético y se está quedando ciego, ha decidido venderle la colección a alguna institución que garantice su unidad y continuidad y así poderse dedicar él tranquilamente a pasar más tiempo con sus cinco nietos. Ya tiene una oferta de 28.500.000 $, pero él cree que su colección no vale menos de 50.000.000 $, así que hasta el 1 de marzo se puede pujar, pero, ojo, no le vale cualquier comprador y en el contrato de compraventa condicionará el uso y destino de la inmensa colección. De momento, la colección la tiene muy bien alojada en una instalación climatizada. Si alguien quisiera escuchar la colección completa, sin dormir ni repetir ningún disco, el esfuerzo le llevaría 57 años. Esto no está al alcance de nadie, ni de mi querido amigo "anónimo".

http://www.thegreatestmusiccollection.com/index.html

lunes, 16 de junio de 2008

Nueva aventura de los Titis


Ayer a las once de la noche Volti y su señora llegaron a casa reventados después de dos noches casi sin dormir y cuatrocientos cincuenta kilómetros del tirón. Ella entra al dormitorio, se desnuda y se mete en la ducha. Yo cruzo a casa de mis padres a dar un beso a mi sobrino. Vuelvo y la encuentro bajando las escaleras:
—Voy a la ducha, cariño —y subo a desvestirme. Me dirijo al dormitorio, bajo el pomo y la puerta no se abre:
—¡Tata! ¿tú has entrado al dormitorio?
—Sí, antes de ducharme.
—Pues la puerta está cerrada por dentro.
—¡No me digas eso! ¿A ver si había alguien cuando hemos llegado?
—¡No jodas! —exclamo asustado.
Salimos fuera y empezamos a inspeccionar. Todo parece correcto, ninguna puerta forzada, ningún cristal roto, pero empezamos a dudar:
—¿Tú cerraste la ventana del baño de abajo?
—No me acuerdo, pero está cerrada.
—¿Y si estaba abierta, han entrado y la han cerrado después?
—¡Joder, qué retorcido!
—¿Pusiste la alarma?
—No, seguro que no ¿no recuerdas la vez que nos tuvieron que llamar a las dos de la mañana porque no paraba de sonar y luego no era nada? Además no la hemos quitado al entrar, luego no estaba puesta.
—¡Ay, que hay alguien arriba!
—Seguro que cuando has entrado al dormitorio se ha escondido en el vestidor y al salirte se ha encerrado porque me ha oido abajo.
Nos miramos viendo que es posible:
—¡Pues yo subo!
—¿Estás loco? ¡llama a la policía!
Subo y empiezo a pelearme con la puerta, con más miedo que convicción.
—¡Baja, por favor!
Y bajo sin que tenga que insistirme.
—Mira, llamo a mi padre y mi hermano y entramos los tres.
—Vale.
Les explico el caso a voces y ahí tenéis a la familia de Volti en plan Equipo A, dispuestos a enfrentarse con el intruso.
—¡Anda ya! —dice mi padre— Será que se ha bloqueado el pestillo.
—¿Solo?
—A veces pasa.
Le enseño la condena de la puerta del baño, que es igual a la del dormitorio:
—Mira está separada del pomo, hay que darle media vuelta y entra un resbalón de dos centímetros de largo y el mismo grosor.
—¡Jooooder! —exclama ahora asustado.
Pienso en armarlos con palos o cuchillos, pero me parece que el pánico no ayudaría en esa situación, así que empiezo a golpear la puerta intentando que ceda. No cede. Enciendo la luz interior, pues disponemos de un interruptor fuera, y miro por debajo. No se ven sombras, aunque a mí me da la impresión de que cuando empujo alguien responde desde dentro con el mismo movimiento. No digo nada. Tata nos observa, desde el descanso de la escalera:
—¿Has apagado la luz? —me pregunta.
—No.
Me agacho de nuevo y veo que efectivamente la luz está apagada:
—¡Coñooo! -exclamo- ¡Han apagado desde dentro!
Con un acto reflejo nos despegamos de la puerta:
—¡Llama a la policía! —dice mi padre— Aunque seguro que no pasa nada —añade queriendo aparentar tranquilidad, pero el exagerado volumen de su primera frase lo contradice.
—¿Y si no pasa nada por qué gritas, teniéndonos tan cerca? Lo haces para que te oigan desde dentro ¿Y sin no pasa nada por qué tengo que llamar a la policía?
—Para que os quedéis tranquilos. Se habrá fundido la luz y punto.
—Papá, el interruptor enciende DOS apliques ¿los DOS se han fundido a la vez?
No hace falta decir más, salimos corriendo y cerramos la casa.
—¿Policía, dígame?
Les explico el caso, y al decir que creemos que hay alguien dentro un voz joven me responde:
—Huy, huy, huy, mejor llama a la Guardia Civil.
—¡No me jodas! —respondo nervioso— Ahora vais a marearme ¡que hay alguien dentro!
—Es que el Puente Tablas corresponde a la Guardia Civil. Lo siento, llame (ahora me trata de usted) al 062, suerte, pi, pi, pi —me cuelga.
—¿Guardia Civil, dígame?
Vuelvo a explicar, y al llegar al final añado:
—Y no me diga que llame a la Policía que ellos me han dicho que les llame a ustedes.
—No se preocupe, enviamos una patrulla, que ustedes nos pagan para que les sirvamos, y si no es nada pues mejor, se dan un paseo y todos tan contentos.
Mi padre y mi hermano se van:
—Seguro que tardan una hora.
Yo entro a por tabaco —Ten cuidado —me dice Tata. Cojo el paquete y ahora que nadie me ve deslizo un martillo al bolsillo. Vuelvo a cerrar y el Equipo A viene de vuelta (seguro que mi madre les echó buena bronca). Observo que mi hermano cambió las chanclas por deportivas. Por si hay que correr, pienso.
—Buenas noches —saludan desde el coche patrulla, no han tardado más de cinco minutos —¿Ya está todo solucionado? —pregunta el copiloto, un cincuentón atlético llamado Mario (por cierto han entrado a la calle por dirección prohibida, con urgencia pero sin ruido).
—Verá, es que no sabemos si realmente pasa algo, pero preferimos comprobarlo con ustedes, por si acaso —y vuelvo a explicarlo todo.
—Vamos a ver —se baja del coche y lo acompaña un treintañero gordete- ¿dónde está la habitación?
—Arriba.
—Subamos ¿tiene un clip?
Coño, este tío es Macgiver, pienso —Pues no, pero creo que le serviría de poco. El compañero se queda abajo, por si el hipotético ladrón decide saltar por la ventana. Tata me dice bajito:
—Yo no los veo preparados.
Mario hace un reconocimiento de la planta de arriba, y cuando le enseño la condena del baño y le digo que es igual a la del dormitorio, reacciona como mi padre:
—¡Jooooder! ¡Está dentro!
Baja y volvemos a cerrar la casa:
—Una escalera —solicita.
Sube a la ventana con su linterna, pero las cortinas no le dejan ver nada. Baja y me pregunta:
—¿Qué prefieres que rompamos la puerta o la ventana?
—La puerta, yo no duermo con la ventana rota.
—Vamos a hacer más daño, te lo advierto.
—Podemos llamar a los bomberos —dice el gordete— ellos tienen cerrajeros, pero te cobran el traslado. Llama al seguro a ver si lo cubre.
Llamo. Lo cubre si hay alguien dentro, si no pues va a ser que no. Yo ya estoy harto, así que les digo:
—Son las doce de la noche y estoy reventado, rompemos lo que haga falta, pero yo no llamo a nadie más.
—La ventana es mejor —dice Mario.
—Está muy alta —respondo— ¿y si te empujan?
—Pues nos liamos a palos —responde.
—Que no, por la puerta —decido convencido.
—Habla con ellos a ver si se entregan —interviene el gordete, usando el plural para mayor desazón.
Acompaño arriba al cincuentón atlético, mientras su compañero hace guardia en el jardín junto a mi familia.
—¡Le habla la Guardia Civil! ¡Salga ahora mismo! —exclama golpeando con fuerza la puerta— Si lo hace no le pasará nada.
Para, acerca la oreja a la puerta, y reanuda los golpes y la cantinela.
—¡Entréguese! —grita ya más nervioso.
—Vamos a echarla abajo —le digo exasperado.
El agente golpea con fuerza, pero cortándose, intentando no hacer mucho destrozo, así que lo aparto y me lío a patadas con la puerta, ya sin miramientos. No cede.
—Se mueve la pared entera —me dice.
—Es que es un tabique de pladur —le aclaro.
—Pues vas a tirarlo entero, ¡me cago en todo lo que se menea! Tráeme un destornillador.
Y ahí es donde el agente Mario, cincuentón y atlético, sacó al Macgiver que llevaba dentro. El tío desmonta la cerradura, gira, aprieta, empuja, retuerce, con una facilidad asombrosa, que pienso yo que con el clip hubiera podido, y sin un solo resuello, que le faltaba gritar: ¡Te vas a cagar quinqui de mierda! Y cede, la puerta cede con un triste 'clic' y yo esperando que saque la pistola y espose al malo. Pero no, don Mario (ahora de usted) entra tranquilo, como el gran Chuck Norris, dispuesto a enfrentarse al enemigo a puño desnudo, y...
Nada, nadie más bien. El pomo se había partido, pero el muelle funcionaba, de manera que aunque lo girases el resbalón quedaba dentro. Pero no creáis que se molestaron, al contrario, yo muerto de verguenza, y ellos: "habéis hecho muy bien, con estas cosas no hay que arriesgarse, estamos para servirles, para eso nos pagáis el sueldo, cualquier problemilla por pequeño que sea usáis el 062,..." Y encima los tíos empeñados en montar de nuevo el picaporte, en guardar la escalera,..., que creo yo que si llegan a llevar las botas embarradas encima nos friegan la casa.
Total que vivan las casualidades y los miedos que nos dan para una historia, y un ¡viva la guardia civil! que nunca pensé que pronunciaría, pero no va a ser todo despotricar porque nos ponen el globo. Cuando tienes miedo y llegan dos agentes 'poco preparados' en menos de cinco minutos y te resuelven la papeleta sin gastos ni destrozos hay que ser agradecido. Así que nos dormimos a las dos de la mañana, tranquilos, un poco avergonzados, y muertos de risa. Una lástima que mañana cuando me cruce con una patrulla vuelvan a darme el mismo mal rollo.

viernes, 6 de junio de 2008

Moteros al filo de lo imposible (I: el frío)

PINGÜINOS 2005

Creo, por el cansancio, que no estoy demasiado inspirado para narrar nuestras andanzas del fin de semana, pero la memoria flaqueará en breve y quizá un testimonio fresco mal narrado sea mejor que una prosa atinada pero rancia.

¡Vaya experiencia la de este fin de semana! El jueves, como aperitivo, nos zampamos 550 kms. hasta Madrid. Fue un error salir a las 13 en vez de a las 10, como teníamos previsto, pues la caída de la noche en los últimos kilómetros hizo los primeros estragos por baja temperatura en nuestro organismo. A sólo 30 Kms. de Madrid, aparentemente una mariconada, tuve que parar porque el frío de las manos (única parte del cuerpo en la que he pasado frío de verdad) era insoportable. Me calenté como pude (el tubo de escape es muy útil a estos efectos) y llegamos sin problema a la capital.

El viernes salimos a las 16 con rumbo a Valladolid (190 Kms. más). Optamos por tomar el Puerto de Guadarrama en vez del túnel de peaje, ya que hacía un sol la mar de bonito. Mereció la pena. La montaña estaba nevada y disfrutamos bajo el sol de un precioso paisaje alpino. Moderé la velocidad porque el suelo estaba blanco (no sé si era nieve o hielo, pero no perdí el control). Me adelantaron un par de super-sport a mucha más velocidad que yo (no sé si se la jugaban o conocían bien el terreno y sus condiciones).

Una vez superado el Puerto hay un tramo de paisaje tristón del que nos vimos privados súbitamente al cerrarse de sopetón una espesísima niebla a unos 60 Kms. de Valladolid. Ahí empezamos a pasar frío (lo del día anterior se nos antojaba ya anecdótico). Se nos hizo de noche en un pispás y creo que paré tres veces en esos 60 Kms. porque no me sentía las manos y no iba a poder frenar ni cambiar de marcha cuando fuera necesario.

La entrada en Valladolid fue triunfal: coincidimos cientos de motos, de todo tipo, y el ambiente era muy festivo por la alegría de la llegada y la complicidad de los moteros. Sentí una emoción muy grande. Tanto en ciudad como en mis salidas turísticas de fin de semana veo poquísimas motos (las scooters sabéis que para mí no son motos). Y es algo que no me explico y además me entristece: qué coño le pasa a la gente para que tengan que ir en coche al trabajo (un coche - una persona) chupándose atascos y problemas de aparcamiento y privándose del inmenso placer que produce volar sobre dos ruedas... En cambio, al entrar en Valladolid y ver tantas motos (con el factor añadido de la severa adversidad climatológica) viví un oasis motero: o el mundo había cambiado o yo estaba en otro mundo, pero en vez de "gilipollas a cuatro ruedas" lo que había era una invasión de "caballeros a dos ruedas" a lomos de sus jamelgos (¡y vaya jamelgos!).

Después de calentarnos en el hotel y deshacer las maletas nos dirigimos a Boecillo, donde tenía lugar la concentración. Nos inscribimos con los números 7054 y 7055. Después fuimos a la fiesta de Nochevieja y Año nuevo motero, con sus doce campanadas, sus piñones (en vez de uvas) y su cava a discreción. Qué cachondeo y qué buen ambiente. Conocimos a gente de Bilbao que también habían recorrido lo suyo para llegar hasta allí.

El sábado tuvimos un grado de máxima al sol a las 15 horas. Ya estábamos hechos al frío. Además, descubrimos que el frío no es sólo cuestión de temperatura. Hay otros muchos factores que influyen en la sensación térmica: velocidad, humedad, viento... pero el más importante es un factor desconocido para mí hasta entonces, el tiempo. Si estás calentito y te expones al frío de la moto durante un cuarto de hora es muy difícil que te congeles. Ahora bien, si estás media hora o más en condiciones extremas, olvídate de soportarlo sin bajarte de la burra.

Ese día disfrutamos de una comida y una cena en dos sitios cojonudos (aparte de exhibiciones de motos y de disfrutar viendo miles de motos chulísimas aparcadas por todas partes). Por la mañana, un asador tradicional, en una cueva, a base de lechazo y otros productos de la tierra. Por la noche, un restaurante de muy buen gusto y con un servicio excelente. El dueño se hizo amigo nuestro. Al cerrar el restaurante iba a coger su BMW y a tirar para Boecillo. Nos contó anécdotas de las primeras concentraciones (este año ha sido la edición 24 de Pingüinos) y pasamos un buen rato con él y con su novia (que fue la que nos atendió en la mesa). Tuvo gracia que quien nos ayudó a encontrar el restaurante fuera un motero de San José de la Rinconada, que iba en coche esa noche pero decía que había visto nuestra moto aparcada en el hotel al lado de la suya: una 1500. Yo pensaba que el tío estaba de guasa. De San José podía ser porque tenía acento sevillano, pero ¿qué hacía en coche? ¿y a qué moto se refería? porque una 1500 no debe de pasar desapercibida y yo no recordaba haber visto ninguna.

Al salir del restaurante el termómetro marcaba 3 grados bajo cero y la niebla era tan espesa que se nos escarcharon los cascos (y a mí los huevos, por fuera, claro). Pasamos de ir a la concentración teniendo en cuenta lo que nos esperaba al día siguiente (casi 600 Kms.).

El domingo fue un día larguísimo. Valladolid amaneció nevado (suerte que usamos el párking del hotel) y tuvimos que soportar hasta 4 bajo cero a plena luz del día. Entre Valladolid y Salamanca paramos cuatro o cinco veces porque el frío era insoportable. Íbamos muy bien equipados y no éramos los únicos en pasar frío: la carretera era un rosario de motoristas parados en el arcén intentando calentarse o simplemente hacer un paréntesis en la tortura de la conducción en esas condiciones. Encontramos una gasolinera en una carretera secundaria que se llenó de motoristas. M. me hizo algunas fotos con mi traje completamente blanco por la nieve que se me había adherido. De la pantalla del casco cayó una capa de hielo que cubría toda la pantalla. Los frenos y otras partes de la moto tenían gruesos bloques de hielo que quité a base de golpes.

Hasta Salamanca no desapareció la niebla. Tuve un semi-pique con una CBR y llegamos a Salamanca haciendo relevos a unos 130 por hora.

El resto del viaje lo hicimos al sol. Plasencia, Cáceres, Mérida... La Ruta de la Plata es una gozada por sus curvas y disfruté de lo lindo con los adelantamientos. Un Vectra se picó conmigo y tuve que ponerme a doscientos para dejarlo atrás. Ya no hacía frío. Entonces, en un adelantamiento me pilló la Guardia Civil rebasando por pocos metros una línea continua (había visibilidad de sobra). Me multaron y anduve tristón unos cuantos kilómetros (tampoco me duró mucho la pena).

Luego ocurrió algo curioso. Adelantamos a un grupo de cuatro o cinco Harleys. Iban todos de negro, con maletas de cuero llenas de tachuelas y los pies en alto más adelantados que las manos. Uno de ellos nos saludó. Yo no sabía quién era. Paramos en la gasolinera y ellos también pararon. ¡Era el tío de San José de la Rinconada! Su 1500 era una Suzuki Intruder, imitación de las otras Harleys, que sí eran auténticas. Me dieron un buchito de su petaca de Luis Felipe. Me supo a gloria. Dijeron que se habían pulido dos botellas durante el viaje. Nos invitaron a merendar y nos unimos a su pequeña caravana. La conducción en grupo es más divertida que en solitario. Estás pendiente de unos y otros y el camino se te hace más corto.

Al llegar a Sevilla estábamos destrozados, pero orgullosos del esfuerzo y felices por todas las cosas que habíamos hecho (omito mil anécdotas para no cansaros).

En cuanto a las motos, vi una custom que calzaba por trasera una 250 / 40 R18. ¡Qué monstruo! La gente no es tonta, y en vez de naked como yo lleva Touring (las BMW LT o las Honda) o Sport, todas con sus carenados y sus pantallas. Al llegar a casa investigué en internet sobre algunas de las motos que más me gustaron. La Suzuki 1500 de nuestro colega, aun siendo impresionante, tiene sólo 65 CV, así que perdí todo interés por ella. La mejor de las que vi, para mi gusto, es la CBR 1100 XX, una Touring-Sport con 164 CV y pinta de ser bastante cómoda para los viajes. ¿Quizá mi próxima moto?

Los que recibís este mensaje sois o habéis sido moteros o copilotos conmigo. No sé si tendréis la oportunidad de ir a Pingüinos alguna vez, pero, aunque sea masoquista por mi parte repetir, es algo que pienso volver a hacer y que os recomiendo totalmente.

Un caluroso abrazo

jueves, 29 de mayo de 2008

Quejas y Amenazas, Buenas Noticias, Avances Jurídicos, Demagogia, Democracia, Cócteles Molotov y Paradojas.


Cerca de mi casa hay una pintada: “¿Porqué se dejará gobernar la gente?” Leerla me obligó a pensar en la respuesta, mientras tanto un señor mayor bajo un paraguas cochambroso se quejaba a amargamente “…y tol día, y toa la noche… ¡y tool día, y tóoa la noche!”. Lamentaba con cara de hastío las 20 horas de incesante lluvia que al fin llegaba tras tanto rezorio y súplica en pro del agua robada por el cambio climático. A su lado una gorda mujer con su hijo gordo de la mano amenazaba a otra señora con otro hijo, éste tan solo un pelín más ligero: “¡que como tu hijo le diga más veces gordo al mío le denuncio! ¡y que sepas que a la quinta denuncia te echan al niño del colegio!” Y digo yo: ¿dónde habrá quedado eso de “Mira nene: si te dicen cuatro ojos, te quitas las gafas y le das una buena guantá al que te lo haya dicho”?


Buena noticia: En Brasil se acaba de descubrir un yacimiento petrolífero gigante. Inmediatamente las acciones de Repsol en Madrid se han disparado. Muchos accionistas ya hoy son un poco más ricos. Los brasileños siguen, también hoy, con la misma necesidad que ayer… ¿buena noticia?

Avances jurídicos: Debemos terminar con la violencia machista ¡Que lo haga el Estado! Que yo bastante tengo con lo mío! Pues el Estado lo hace así: Hoy en día una agresión cometida por una mujer contra un hombre tiene 3 meses de arresto mientras que si es al contrario, siendo exactamente la misma agresión, la pena es de cinco años de cárcel ¿avances en igualdad?

Demagogia: Hay muchos abogados que, en trámites de separación, recomiendan a sus defendidas que denuncien agresiones falsas de sus futuros ex. La denuncia automáticamente aporta cuantiosos beneficios económicos y de custodia sobre los hijos. Hasta la Inquisición preveía fuertes penas contra las denuncias falsas.

Democracia y libertad: En su nombre se cierran periódicos, partidos, editoriales, escuelas, asociaciones y bares ¿tanto miedo hay a lo que puedan decir o enseñar? ¿no hay ya delitos concretos definidos con los que enjuiciar las personas y sus actuaciones?

Cóctel molotov (receta): Un crimen horrible + Cuatro programas de “actualidad” + La Justicia en la picota + La audiencia dicta sentencia + Linchamientos de familiares = La jauría humana.

Paradojas: El 90% de la gente con la que hablo está convencido de que los políticos les engañan, de que PP, PSOE, PNV, CIU, etc. son el mismo perro con distinto collar. El 78% de los españoles les votaron en las últimas elecciones para que les gobernaran.



Si tanto nos gusta que otros nos solucionen nuestros problemas sin mojarnos. Si las buenas noticias y el desarrollo económico, lo son sólo para los que no los necesitan. Si le dejamos al Estado que limpie con su escoba de púas de acero mi figurita de porcelana. Si propiciamos la presunción de culpabilidad creyéndonos a salvo refugiados en nuestras mayorías. Si la democracia es sólo escuchar las ideas propias. Si la Justicia está en manos de audiencias con minúscula. Y si después de todo ello, le pedimos al que me miente que lo siga haciendo ¿No será que yo también soy un mentiroso? ¿no será que como en mi casa no falta agua, hablar con los profesores de mis hijos es un coñazo, mis acciones también han subido, me va bien con mi mujer, no comparto las ideas prohibidas y no lincho a nadie… simplemente debo sentirme agradecido porque me vaya mejor que a otros?

lunes, 12 de mayo de 2008

A cada cerdo...


—Se me ha puesto más tiesa que la bufanda de Facundo —atinó a decir al verlas aparecer sobre la cuesta empedrada. Un gran alboroto recorrió el bar del Diablo, desde el ventanal en que se encontraba hasta la chimenea del fondo. Sonoras carcajadas y alguna tos convulsa, de mosto atravesado en el gaznate, acompañaron a varios hombres a su lado. —Benditos sudores de noviembre —dijo el Bobas con esa mirada suya turbia y venosa taladrando el cristal que comenzaba a empañarse levemente por efecto de sus alientos a vino joven, recién pisado. El grupo de mujeres entró en el Paseo, llevaban las faldas remangadas y algunas habían desabotonado sus blusas hasta el punto exacto en el que podía adivinarse el nacimiento de sus senos. Al pasar frente a ellos bajaron, coquetas, la mirada, ocultando al mismo tiempo sus escotes con manos trabajadoras. —¡Borrega! —gritó Frascuelo al tiempo que abría la puerta—, ¡Hasta los andares te comía! —añadió sin importarle que su hermana formara parte del grupo. Una bocanada de aire helado hizo temblar la lumbre, y cada cual volvió a su vaso como si no hubiera visto los sabañones o las narices enrojecidas y moqueantes.
—Ésta ya no apaña más castañas —le había dicho Rosario un día como hoy, hace un año. Poco después hizo las maletas. En realidad ya solo la extraña en momentos así, cuando ve una buena hembra. Para aliviarse tiene el Cayoco, aunque allí solo hay extranjeras famélicas que saben a potingue. Rosario olía a campo y le dejaba un regusto salado, de potranca brava y sudorosa. No quiere darle más vueltas, ella no regresará para la matanza y el guarro pesa ya veinte arrobas, así que tendrá que avisar a Facundo. Si no lo hubiera capado para el engorde lo dejaba de verraco. Le hace compañía y limpiar la cochiquera ocupa algunas horas de domingo y se ahorra varios mostos. Pero no, ya ha comprometido los jamones para el dueño de las papas, y lo que sobre se lo ha apalabrado al Diablo, que total es mucho guarro para él solo. Si las castañas no estuvieran a dos duros se desdecía, pero le hace falta vender, por mucho que el guarro lo mire y parezca que le entiende.
—Si escucha lo de la bufanda te saca las tripas —comentó alguien, rompiendo su ensimismamiento.
—Aquí hay un hombre, esperando —respondió desafiante.
El día en que faltó su padre Facundo movió la linde, dejando en su finca lo mejor del castañar, los árboles más grandes, pegados al arroyo. Después de darle tierra y rezar un padrenuestro Jacinto subió a devolver cada mojón a su lugar, decidido a proteger sus propiedades, a pesar de que el dolor y la juventud le atenazaban. Facundo se presentó con el alcalde y un Civil pagado del destacamento de Aracena. —Jacintín, Jacintín —le dijo— ya estás poniendo eso en su sitio. Y le metió dos hostias. Quince años después aún le llama Jacintín, y Cebón, por sus kilos, cuando no está delante. Jacinto remete instintivamente los bajos de su camisa y prende un cigarrillo —Otro mosto, Diablo —exige mientras observa sus uñas renegridas por el trabajo de la mañana.
Facundo se ajusta bien la bufanda antes de abrir. Nunca sale sin ella y solo la cambia, en verano, por un ajado pañuelo. Ha pinchado en la yugular a tantos marranos que necesita protegerse el cuello. Es su única secuela. Para dormir lo descubre, pero como no soporta su desnudez lo envuelve con una mano, como si estuviera a punto de estrangularse. Quiere dejarlo todo organizado, ya es San Martín, así que quita la tranca y sale. El viento frío le corta la cara, pero no sube la bufanda, tiene el rostro endurecido por seis mil jornadas de intemperie. Busca la acera soleada y acompañado de un tintineo metálico en la talega dirige sus pasos hacia el bar del Diablo.
—A la paz de Dios —saluda— ¿Quién va a ser el primero? —pregunta mostrando el gancho y los cuchillos recién afilados.
—Éste —se adelanta decidido Jacinto.
—¡Hombre, Jacintín! ¿Qué ha pasado para que todo un hombre necesite este año matarife? —pregunta Facundo— ¡Ah! Que se te fue la Rosario, no me acordaba ¿No quieres que se te cuaje la morcilla, no? —añade con sorna.
—Para, que me caliento —responde Jacinto acariciando la navaja de su bolsillo— ¿Piensas venir?
—Mañana a las siete, y a ti te cuesta el doble. Lo tomas o lo dejas.
Jacinto aprieta los puños para que no se note el temblor de sus manos y mira al tabernero buscando su aprobación. Diablo asiente, mostrando su intención de pagar bien la chacina sobrante.
—Lo tomo —responde.
Desde la puerta alcanza a escuchar cómo Facundo organiza los turnos:
—Vale, mañana a casa del Capón a matar a un guarro cebón —le oye decir—, ¡Ah, no, que es al contrario! —añade divertido— que no quiero yo decir que se le fuera la mujer por falta de hombre ¿A quién apunto para pasado mañana?
No alcanza a escuchar la respuesta, sólo las carcajadas que siguen resonando en sus oídos cuando entra en la pocilga. Pensaba retirar los purines y reservar el estiércol para las papas, pero se le acabaron las ganas. Se sienta sobre la mierda y enciende otro cigarrillo, chupando antes la punta para darle humedad, sin tomar la precaución de sacudirse primero las manos.
—Mañana al infierno —le dice al guarro, que se tumba a su lado como un perro faldero.
La noche comienza a filtrarse entre los tablones mientras Jacinto, absorto y con la mano en la entrepierna, rememora cada noche junto a Rosario. Quizá unos minutos exhaustos cada diez días, sexo deslavazado, veloz, enfrentando la propia desesperación a la ajena desidia. Revive su marcha mientras aprieta inconscientemente sus testículos y recuerda el corte preciso, casi indoloro, por el que extrajo los del marrano cuando aún era lechón. El frío le atenaza, pero la cadencia del ronquido animal del condenado le sume en un sopor invencible.
El canto de un gallo vecino desvela a Jacinto un amanecer brumoso. El cuerpo húmedo y dolorido reacciona al contacto del agua del abrevadero. Mientras retira los restos de excrementos adheridos a la piel se palpa buscando una tara, algún miembro del cuerpo mordido por el marrano. De niño oyó contar cómo al patrón de su abuelo lo habían devorado los cerdos tras dormirse borracho en la pocilga. No encuentra nada, sorprendido de su docilidad le rasca la carrillera y sale a buscar la botella de anís. Antes de que llegue el matarife ya la ha mediado.
Facundo entra bravo, ensuciando el piso con sus botas embarradas. No tienen nada que decirse, así que terminan la botella en silencio, observándose con recelo. Aún no ha abierto el día cuando se levanta y le dice:
—A ver ese guarro.
Entran en la cochiquera y el marrano se acerca confiado a Jacinto.
—Bien cebado, como el amo —dice desafiante y patea al animal en el morro por el gusto de vislumbrar cuán fuerte será capaz de gruñir cuando le aplique el gancho a la papada.
— ¡Prepara de una puta vez! —exclama furioso Jacinto.
El matarife le da la espalda y lentamente coloca sobre la mesa el gancho y los cuchillos. Se ajusta la bufanda, confiado, mientras valora si todo está en su lugar: herramienta, balde, soplete, picadora,…
Jacinto también ha matado decenas de veces, sabe cómo debe proceder. Ha calculado la distancia y pensado cada movimiento para ser eficaz, con objeto de agarrarlo a la primera y evitar la lucha. Con un giro de muñeca clava el gancho y tira. No chilla mucho, debe haber pinchado bajo, sólo un gruñido sordo, ahogado. Ante la falta de ayuda lo hace caer sin subirlo a la mesa. Con el brazo libre arrastra el balde a su lado, lo pone bajo el cuello y alcanza el cuchillo. Antes de apuntar a la yugular observa sus ojos rendidos, el inútil pataleo, el silencioso reproche de a quien la muerte cogió desprevenido. Apuñala certero y mientras, el puño en el balde, remueve la sangre que cae para evitar que cuaje, observa al guarro hocicando satisfecho sobre la bufanda ensangrentada de Facundo. Ambos se miran estremecidos, pensando, tal vez, que va a ser poca morcilla para veinte arrobas de marrano.

viernes, 2 de mayo de 2008

Mi teoría sobre las bodas (o solicitud de ingreso en la PPK)

Para quienes no me conozcan, aclararé que hace casi dos años me casé, por lo civil, con la mujer a la que amaba y sigo amando.

Fue un papeleo muy bonito: fuimos en moto, en vaqueros y camiseta, a ver al Juez, sin más testigos que los legalmente necesarios.

A la salida cogimos la moto y nos fuimos (desde Sevilla, donde vivimos) a Granada, a pasar unos días por la capital, la Alpujarra y la Costa Tropical, disfrutando del permiso que te dan en los trabajos cuando cambias de estado civil.

Creo que el hecho de no haber celebrado la boda (y por celebración entiendo convite, disfraces, el atraco de los regalos…) me da derecho a pertenecer a la PPK: Plataforma Pro Koherencia.


En cierto modo, casándome pero sin convite utilicé a mis familiares y amigos como conejillos de Indias para poner a prueba mi teoría sobre las bodas, que así goza de constatación empírica y valor científico.

He aquí mi reflexión.


Para no celebrar nuestra boda, mi mujer y yo tuvimos en cuenta varios factores: que nuestras familias no se conocían (ni falta que hacía), que odio las bodas, que me parecen una catetada y un aburrimiento…

Sin embargo, uno de los motivos que más he criticado siempre es el negocio que suponen las bodas. La gente monta esos tinglados horrorosos (convite, vestido, flores, orquesta, barra libre...) por puro interés económico. Para mí es el mercadeo del amor, puro mercantilismo. Se trata de recuperar con los regalos de la gente el dinero invertido y lo que sobre son beneficios (si encima te ayudan los padres con el convite, como suele ocurrir en las familias pudientes, entonces todo lo recaudado son beneficios limpios y así la gente se monta la cocina, el salón, el pedazo de viaje a las Bahamas, etc.). Antes era más disimulado porque regalabas un objeto que luego veías en casa de los novios, pero luego llegó El Corte Inglés y ya el regalo era el dinero equivalente, porque los novios lo podían cambiar por cualquier otra cosa. Y ahora es que la gente pide directamente dinero y he llegado a ver incluso los 20 dígitos de un número de cuenta bancaria impresos en la invitación de boda. ¡Vaya cutrerío!

Yo siempre he odiado el atraco que supone que te inviten a una boda. Haces el regalo por compromiso y, para no quedar mal, si no puedes ir también haces el regalo, simplemente porque te han invitado (y ellos encantados porque encima se ahorran el cubierto).

¿Adónde quiero llegar? A que mi teoría de que es un atraco y la gente sólo regala por compromiso se ha confirmado a raíz de mi boda. Cualquiera que me conozca sabe que si no he celebrado la boda no es porque no le dé importancia al matrimonio (si no, no me habría casado) sino porque odio ese tipo de celebraciones.

La gente no regala dinero o lo que sea a los novios porque les tenga cariño, porque se alegre de su unión, porque les quiera ayudar voluntaria, libre y altruistamente. La gente regala porque tiene el compromiso de regalar. Punto.

En el caso de la familia de mi mujer, aunque no les ha hecho del todo gracia el que no celebremos la boda, han sido muy respetuosos con nuestro deseo de hacer las cosas así, y tanto sus padres como sus hermanos nos han hecho regalos generosos con la misma normalidad que en bodas anteriores de otras hermanas suyas (todas ellas celebradas a la manera clásica). Es una familia muy bien avenida y no han querido discriminar a su hermana e hija por el hecho de que ésta no se haya querido prestar a un juego con el que no está de acuerdo.

Mi hermana, en cambio, es la mayor confirmación de mi teoría. Lo que le dijo a mi padre al saber la noticia de mi boda fue: "vaya, yo que pensaba haberle hecho un regalo...". Con esa frase queda retratada. Bueno, retratada está desde hace mucho. Si ella se alegra como hermana de que yo me case, lo celebre o no, podía hacer el regalo igualmente. Si no lo hace es porque no le da la gana, porque la no celebración le da la excusa perfecta para no gastarse un dinero que en el caso contrario se habría visto en el compromiso ineludible de regalar.

Y de mis amigos puedo decir exactamente lo mismo. Todos se hacen regalos de boda y me consta que algunos son muy generosos y van mucho más allá de lo que marca el mínimo legal. Ellos estaban avisados con tiempo de cómo y cuándo íbamos a hacerlo. Simplemente les oculté el sitio y hora exactos para ahorrarme sorpresas desagradables de última hora. Alguno ha preguntado: "¿se te puede hacer regalo?" y, lógicamente, mi respuesta ha sido que no. Pero, en realidad, ¿a quién le hace daño un regalo? Me recuerda a una tía que me reprochaba preguntas como "¿te puedo comer el c...?"; su respuesta era: “eso no se pregunta, eso se hace”. El que ha preguntado si yo aceptaba regalo es que lo preguntaba por compromiso, para quedar bien. Eximido de esa obligación por mi respuesta, se queda muy tranquilito y dinero que se ahorra. El que me conozca debe saber que si alguien me hace un regalo de forma espontánea, sin pedir permiso ni preguntar, yo no puedo ofenderme.

Pero, ojo, no es que me sienta decepcionado por las personas que no me han regalado nada. Pienso que algunos de ellos no lo han hecho porque creen que mi deseo es no aprovecharme, como todo el mundo, de la coyuntura de casarme. Y creen bien. Por supuesto, los que me repatean son los que han preguntado lo del regalo y mi hermana, por el comentario que hizo. En cuanto a los que no han dicho ni mu, no tengo nada en contra de ellos.

Simplemente quería compartir mi teoría, que se ha visto confirmada por los hechos, de que la gente (salvo vínculos muy estrechos que sólo se tienen con dos o tres personas en la vida) no opera movida por una generosidad espontánea innata, sino por puro compromiso. Y esto hace que me alegre mucho más de no haber celebrado mi boda porque veo con claridad que si lo hubiera hecho mi casa estaría llena de objetos (o mi cuenta corriente de ingresos) manchados por la hipocresía de gente que no es que hubieran tenido un detalle bonito conmigo sino que se habrían visto, contra su voluntad, en la obligación moral de quedar bien porque no les quedaba, debido a los usos sociales, otra alternativa.

Así que si queréis regalar algo a alguien porque os sale de los cojones, hacedlo ya, sin fecha señalada ni excusa alguna. A la sorpresa del destinatario se unirá vuestra íntima satisfacción.

A mí cualquier día me denuncian por matrimonio de conveniencia: cuando inscribí a mi hija en el Registro Civil no sabía ni nuestra fecha de matrimonio ni la fecha de nacimiento de mi mujer.

¡Bastantes ataduras tiene esta vida como para tener compromisos con la gente a la que queremos!, digo yo.

miércoles, 23 de abril de 2008

Recortes de Pasión




No dejo de mirar la previsión meteorológica. Y sabemos que hace falta, mucha falta. Pero no aguantaría un año más, nadie lo haría. ¡Han comprado este año unas telas tan bonitas! Y aunque hayan decidido cambiar las flores del paso de palio (yo no estaba de acuerdo, se lo dije por lo bajinis a Luis Alfredo en la enésima Junta de Gobierno extraordinaria) estaba deseando abrir aquel cuartucho que aún nos prestaban las monjas, y empezar a respirar el polvo de los enseres, farolillos, estandartes, hacheros, portacirios, incensarios, casullas, terciopelos, varas y bastones....

ÚLTIMAS NOTICIAS. No habrá acuerdo para la banda.


Los candidatos a formar la nueva Junta protegidos de la Duquesa afirman que tocará la Antigua Banda de Tambores y Cornetas de la “Coronación” (de espinas, claro.) De no ser así, la Duquesa retirará su propuesta de ampliación de la “Iglesia Sede” y la erección de la segunda torre (retirando igualmente la aportación económica para realizar dicho proyecto, por supuesto). La Sección Juvenil ha contestado agriamente, declarando que de no ser elegida la Agrupación Musical del Buen Suceso, seguramente no podrán sino boicotear el estricto orden de papeletas de sitio de los hermanos de luz, amenazando con desplazarse en la fila durante la propia Estación de Penitencia hasta las inmediaciones del Cristo, quizás antes de que el paso vaya a hacer su entrada en la Carrera Oficial.


Después de escuchar estas declaraciones y ante el osado desafío de los cofrades, el Hermano Mayor del Paso del Congojo, Faustino Narváez, a sus 67 años de edad, sufrió un infarto repentino, teniendo que personarse en la Casa de Hermandad los Servicios de Urgencia, quienes consiguieron reanimarlo después de administrarle severas dosis de palo cortao que, muy a regañadientes eso sí, tuvo a bien ceder el Padre Claret a los del cero sesenta y uno, porque el nada tiene que ver con la Cofradía, que ni eso es religiosidad popular ni nada de nada, sino un enorme ejercicio de soberbia y despilfarro contrario al ideal de pobreza de la Iglesia y bla bla bla.


[...]



Nunca dejará de parecerme enormemente apropiada una expresión que leí en alguna parte (quizás en un antiguo número de Alto Guadalquivir) y que se refería a la calle Millán de Priego como “de rancio sabor jaenero...” , especialmente un Martes Santo por la tarde...

Es un río negro de asfalto entre dos orillas plagadas de expectantes y voluntarios náufragos, un público medieval en el siglo XXI, que hace hora devorando pipas, apurando cigarrillos, levantando la voz, y empujándose para ganar sitio, disfrutando casi más de la espera que de la propia función, la cual está a punto de comenzar.


Los tambores hacen retumbar los acelerados corazones de todos esos bebés en brazos de sus padres, estallando en espantosos llantos, quién sabe si por la Pasión de Jesús, o la Amargura de María, su madre... Hace rato ya que la Cruz de Guía pasó de largo, y ahora la chiquillería se afana por conseguir una estampita del Cristo o de la Virgen, que aunque no muy agraciada (a mi nunca me gustaron las tallas de miriñaque) es la Virgen del barrio, y bien vale su imagen unas monedas de cobre.


A la altura del Pilar del Arrabalejo Jesús vuelve a caerse camino del Gólgota. Y entonces, no sé por qué en ese preciso instante, recuerdo tantos Martes Santo asomado a la ventana para ver esa fila de caperuces de terciopelo rojo, para oler ese batiburrillo de perfumes en el aire, a cera, nicotina, incienso, clavel y extractor de humos, porque en Millán de Priego está el Bar Mosquito, y Calzados Mora, y Bodegas Navarro, y otras reliquias de Barrio que no entienden de ensanches, ni de centros comerciales, ni de marcas, ni de Halloween. Pero sí entienden del pueblo, de su gente, de sus fiestas y su fe, por absurda que parezca a otros hoy; y el dueño cierra sus puertas al paso del Cristo de la Clemencia, para poder presentarle su respeto y su silencio, en una íntima plegaria por los suyos...



Doscientas cincuenta mil pesetas. Ese ha sido el importe que ha tenido que pagar la Buena Muerte para cubrir por primera vez el paso del Cristo de más de doce mil claveles rojos, los cuales han sido cuidadosamente colocados hasta la tarde del Martes Santo, terminando un poco antes de la celebración de Misa Crismal. Este año, sin embargo, el eje de la polémica será el estreno de una serie de enseres de plata y algún estandarte (incluyendo un bordado de oro con un impresionante cordero pascual) que han “aparecido” en unas dependencias recientemente rehabilitadas en el templo catedralicio y que temporalmente ocupa la cofradía, mientras se siguen prolongando las obras de su Casa de Hermandad, sita en la Calle Maestra. Según algunos cronistas de la capital y archivistas pertenecientes al propio Cabildo, no resulta comprensible cómo una cofradía que ya ocupa una Capilla del templo, amén de otras estancias, puede disponer a su antojo de los tesoros artísticos de la Catedral, poniendo en peligro obras de arte de incalculable valor. Otros van más allá, acusando a “esos falangistas” de “expolio y robo”, contando además con “el beneplácito de un Obispado que dispone de los bienes de la Iglesia y la Ciudad para adquirir favores, quién sabe si incluso personales...”


[...]


La plenitud de la luna ya se dibuja oronda en el lienzo negro del cielo de Viernes Santo. Ese magnífico contraste que un día iluminara la huída del pueblo judío, sirve ahora para indicarnos que se ha detenido el tiempo, y que mientras unos comen cordero y amargas hierbas, celebrando la liberación de su pueblo, el nuestro se prepara impaciente y bullicioso para recibir a su libertador en la madrugada más importante del año.


Un año más, quizás faltamos alguno, aunque no llegamos siquiera a recordarlo... Todo está igual, los árboles enrejados, el gitanillo en lo alto de la puntiaguda verja de la Catedral, luces que se apagan y la enorme puerta verde del Perdón que empieza a retorcerse provocando gran agitación en la muchedumbre, previa al delirio... “ Ya sale , ya sale”. Y mientras se organiza ese caos de cíngulos amarillos y negras túnicas, comienzan a resonar en nuestros oídos las notas del Maestro Cebrián, y casi acompasamos moviendo la cabeza al ritmo de la partitura, cuando un empujón nos devuelve a la Plaza Santa María, y nos damos cuenta que la banda sigue dentro del templo y que lo único que se oye es el murmullo de la gente, que cuenta chistes, que encuentra a viejos amigos que hacía años que no veía, que abraza a la persona amada, como cuando se van a ver unos fuegos de artificio, el último día de feria...

“¿Y tú..? ¿A dónde vas a estas horas?” “¿Yo? A ver a Jesús...”

Ahí está Jaén entero, niños y mayores que se hacen niños para esperar a su Abuelo.

Qué noche tan misteriosa cuando Jesús baja el Cantón entre luces amarillas y el lamento de saetas...! Qué enigmática mirada bajo el peso de la cruz...! Qué historia de ángeles que esculpen tallas en unas horas...! Qué estampa su alargada sombra sobre la fachada blanca de la Catedral...

Ahi vá, Jesús, bajo el Arco San Lorenzo, con su cansino paso y su preciosa marcha. Ahí va, Jesús, camino de un calvario que nunca consigue alcanzar...

domingo, 20 de abril de 2008

Una de géneros musicales

Seguramente ya conoceréis mi esfuerzo enciclopédico por compendiar estilos musicales en Las recos de Pano


Como allí, por restricciones del formato, no tengo la libertad que aquí sí de expresar pensamientos aleatorios, voy a usar el privilegio de poder escribir en este blog para hacer un par de reflexiones.



Hip-hop / rap: En general son sinónimos, pero hay un matiz. Rapear es esa forma de cantar hablando, normalmente con un fuerte peso de la rima y del ingenio de los versos. El hip-hop es un estilo de música que casi siempre viene acompañado de un rap, pero no necesariamente. Conozco algunos temas de hip-hop instrumentales, caracterizados por las bases y los scratches, con ausencia total de vocalistas. Por tanto, ni todo el rap sería hip-hop (podríamos hablar de rap siempre que un rapero cante, aunque sea en un tema de jazz o de nu-metal) ni todo el hip-hop es rap (por los mencionados temas instrumentales que entrarían en la primera categoría pero no en la segunda). Al margen de esta sutileza, ambos nombres se pueden usar como sinónimos prácticamente siempre.



Downtempo / ambient: El downtempo se refiere a un ritmo: ritmo lento. El ambient se refiere a un estado de ánimo, una atmósfera. La concomitancia deriva del hecho de que la mayoría de las veces esa atmósfera se obtiene mediante un ritmo lento, en cuyo caso ambos vocablos serían prácticamente sinónimos. Ahora bien, decir que algo tiene un ritmo lento implica reconocer que tiene un determinado tempo. Existe un ambient carente por completo de ritmo (beatless music). En ese caso sería improcedente hablar de downtempo. El ambient está emparentado con el field recording, es decir la captación de sonidos de la naturaleza o de un entorno determinado (una calle bulliciosa, una fábrica) y no necesariamente busca la relajación: hay un subgénero denominado illbient, que se caracteriza por ser un ambient maligno.


Jungle / drum'n'bass: Éstos también son sinónimos. Aun así, quizá el DNB sea simplemente un ritmo a base de un bajo y una batería sincopados, técnica que puede presentarse en cualquier canción de cualquier artista y estilo, mientras que el jungle es una corriente específica, muy underground, que se concreta en una época y lugar determinados. Todo el jungle sería drum'n'bass, pero no todo el drum'n'bass sería jungle. Por ejemplo, el drum'n'bass brasileño, que es bastante bueno, por cierto, no sería jungle.


Thrash-metal / speed-metal: casi siempre se usan indistintamente. Quizá al decir speed-metal estemos destacando más la velocidad de vértigo del punteo de las guitarras y al decir thrash nos refiramos más bien a la contundencia de la batería. Metallica serían más bien speed-metal, con un sonido limpio y Slayer harían un thrash-metal demoledor.





Supongo que todas estas disquisiciones os la pelan, pero ahí lanzo el guante por si alguien quiere entrar al trapo, a favor, en contra o matizando, o bien aporta otras parejas de géneros casi idénticos (a mí, en principio, no se me ocurren más).