jueves, 13 de septiembre de 2007

Mi delito favorito

«Hablaba, y hablaba, y hablaba, y hablaba, y hablaba, y hablaba, y hablaba. Y venga hablar. Yo soy una mujer de mi casa. Pero aquella criada gorda no hacía más que hablar, y hablar, y hablar. Estuviera donde yo estuviera, venía y empezaba a hablar. Hablaba de todo y de cualquier cosa, lo mismo le daba. ¿Despedirla por eso? Habría tenido que pagarle sus tres meses. Además habría sido muy capaz de echarme el mal de ojo. Hasta en el baño: que si esto, que si aquello, que si lo de más allá. Le metí la toalla en la boca para que se callara. No murió de eso, sino de no hablar: se le reventaron las palabras por dentro.»

Max Aub. Crímenes ejemplares (1955)

1 comentario:

Porrito dijo...

JAJAJAJ
Está claro que fué una cuestión de hemorragia interna, o como mucho, de defensa propia.
En cualquier caso una manera eficaz de libarse del pago de esos tres meses.