
No dejo de mirar la previsión meteorológica. Y sabemos que hace falta, mucha falta. Pero no aguantaría un año más, nadie lo haría. ¡Han comprado este año unas telas tan bonitas! Y aunque hayan decidido cambiar las flores del paso de palio (yo no estaba de acuerdo, se lo dije por lo bajinis a Luis Alfredo en la enésima Junta de Gobierno extraordinaria) estaba deseando abrir aquel cuartucho que aún nos prestaban las monjas, y empezar a respirar el polvo de los enseres, farolillos, estandartes, hacheros, portacirios, incensarios, casullas, terciopelos, varas y bastones....
ÚLTIMAS NOTICIAS. No habrá acuerdo para la banda.
Los candidatos a formar la nueva Junta protegidos de la Duquesa afirman que tocará la Antigua Banda de Tambores y Cornetas de la “Coronación” (de espinas, claro.) De no ser así, la Duquesa retirará su propuesta de ampliación de la “Iglesia Sede” y la erección de la segunda torre (retirando igualmente la aportación económica para realizar dicho proyecto, por supuesto). La Sección Juvenil ha contestado agriamente, declarando que de no ser elegida la Agrupación Musical del Buen Suceso, seguramente no podrán sino boicotear el estricto orden de papeletas de sitio de los hermanos de luz, amenazando con desplazarse en la fila durante la propia Estación de Penitencia hasta las inmediaciones del Cristo, quizás antes de que el paso vaya a hacer su entrada en la Carrera Oficial.
Después de escuchar estas declaraciones y ante el osado desafío de los cofrades, el Hermano Mayor del Paso del Congojo, Faustino Narváez, a sus 67 años de edad, sufrió un infarto repentino, teniendo que personarse en la Casa de Hermandad los Servicios de Urgencia, quienes consiguieron reanimarlo después de administrarle severas dosis de palo cortao que, muy a regañadientes eso sí, tuvo a bien ceder el Padre Claret a los del cero sesenta y uno, porque el nada tiene que ver con la Cofradía, que ni eso es religiosidad popular ni nada de nada, sino un enorme ejercicio de soberbia y despilfarro contrario al ideal de pobreza de la Iglesia y bla bla bla.
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Es un río negro de asfalto entre dos orillas plagadas de expectantes y voluntarios náufragos, un público medieval en el siglo XXI, que hace hora devorando pipas, apurando cigarrillos, levantando la voz, y empujándose para ganar sitio, disfrutando casi más de la espera que de la propia función, la cual está a punto de comenzar.
Los tambores hacen retumbar los acelerados corazones de todos esos bebés en brazos de sus padres, estallando en espantosos llantos, quién sabe si por la Pasión de Jesús, o la Amargura de María, su madre... Hace rato ya que la Cruz de Guía pasó de largo, y ahora la chiquillería se afana por conseguir una estampita del Cristo o de la Virgen, que aunque no muy agraciada (a mi nunca me gustaron las tallas de miriñaque) es la Virgen del barrio, y bien vale su imagen unas monedas de cobre.
A la altura del Pilar del Arrabalejo Jesús vuelve a caerse camino del Gólgota. Y entonces, no sé por qué en ese preciso instante, recuerdo tantos Martes Santo asomado a la ventana para ver esa fila de caperuces de terciopelo rojo, para oler ese batiburrillo de perfumes en el aire, a cera, nicotina, incienso, clavel y extractor de humos, porque en Millán de Priego está el Bar Mosquito, y Calzados Mora, y Bodegas Navarro, y otras reliquias de Barrio que no entienden de ensanches, ni de centros comerciales, ni de marcas, ni de Halloween. Pero sí entienden del pueblo, de su gente, de sus fiestas y su fe, por absurda que parezca a otros hoy; y el dueño cierra sus puertas al paso del Cristo de la Clemencia, para poder presentarle su respeto y su silencio, en una íntima plegaria por los suyos...

Doscientas cincuenta mil pesetas. Ese ha sido el importe que ha tenido que pagar la Buena Muerte para cubrir por primera vez el paso del Cristo de más de doce mil claveles rojos, los cuales han sido cuidadosamente colocados hasta la tarde del Martes Santo, terminando un poco antes de la celebración de Misa Crismal. Este año, sin embargo, el eje de la polémica será el estreno de una serie de enseres de plata y algún estandarte (incluyendo un bordado de oro con un impresionante cordero pascual) que han “aparecido” en unas dependencias recientemente rehabilitadas en el templo catedralicio y que temporalmente ocupa la cofradía, mientras se siguen prolongando las obras de su Casa de Hermandad, sita en la Calle Maestra. Según algunos cronistas de la capital y archivistas pertenecientes al propio Cabildo, no resulta comprensible cómo una cofradía que ya ocupa una Capilla del templo, amén de otras estancias, puede disponer a su antojo de los tesoros artísticos de la Catedral, poniendo en peligro obras de arte de incalculable valor. Otros van más allá, acusando a “esos falangistas” de “expolio y robo”, contando además con “el beneplácito de un Obispado que dispone de los bienes de la Iglesia y la Ciudad para adquirir favores, quién sabe si incluso personales...”
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La plenitud de la luna ya se dibuja oronda en el lienzo negro del cielo de Viernes Santo. Ese magnífico contraste que un día iluminara la huída del pueblo judío, sirve ahora para indicarnos que se ha detenido el tiempo, y que mientras unos comen cordero y amargas hierbas, celebrando la liberación de su pueblo, el nuestro se prepara impaciente y bullicioso para recibir a su libertador en la madrugada más importante del año.
Un año más, quizás faltamos alguno, aunque no llegamos siquiera a recordarlo... Todo está igual, los árboles enrejados, el gitanillo en lo alto de la puntiaguda verja de la Catedral, luces que se apagan y la enorme puerta verde del Perdón que empieza a retorcerse provocando gran agitación en la muchedumbre, previa al delirio... “ Ya sale , ya sale”. Y mientras se organiza ese caos de cíngulos amarillos y negras túnicas, comienzan a resonar en nuestros oídos las notas del Maestro Cebrián, y casi acompasamos moviendo la cabeza al ritmo de la partitura, cuando un empujón nos devuelve a la Plaza Santa María, y nos damos cuenta que la banda sigue dentro del templo y que lo único que se oye es el murmullo de la gente, que cuenta chistes, que encuentra a viejos amigos que hacía años que no veía, que abraza a la persona amada, como cuando se van a ver unos fuegos de artificio, el último día de feria...
“¿Y tú..? ¿A dónde vas a estas horas?” “¿Yo? A ver a Jesús...”
Ahí está Jaén entero, niños y mayores que se hacen niños para esperar a su Abuelo.
Qué noche tan misteriosa cuando Jesús baja el Cantón entre luces amarillas y el lamento de saetas...! Qué enigmática mirada bajo el peso de la cruz...! Qué historia de ángeles que esculpen tallas en unas horas...! Qué estampa su alargada sombra sobre la fachada blanca de la Catedral...
Ahi vá, Jesús, bajo el Arco San Lorenzo, con su cansino paso y su preciosa marcha. Ahí va, Jesús, camino de un calvario que nunca consigue alcanzar...