viernes, 23 de febrero de 2007

¿Queréis un post?

Somos probabilidad
Dado todo elemento del universo conocido, y el tiempo suficiente, nuestra existencia es inevitable. No es más misteriosa que los árboles o los tiburones. Somos una probabilidad matemática, y eso es todo.

Pues bien, matemáticamente existe alguna posibilidad de que yo escriba algún día el post prometido hace tiempo 'el arte de escribir sin arte', aunque también es posible que nunca lo haga, con lo cual merecería un castigo acorde a mi delito, dejémoslo en delito.
Os cuento: como me acojona la cantidad de información que he recopilado, he optado por realizar un post para anunciar EL POST, así que si tras leer esto inundáis el blog de comentarios rogando su redacción lo tendréis en breve, si no, al menos habréis leído la historia de lo que al Volti le hubiese gustado escribir (que por otra parte es lo que normalmente hacéis, pues nunca escribo lo que cuento que escribiré).
Esta es la historia:
Un artículo de Javier Cercas en EPS titulado 'obviamente' Arte de escribir sin arte me descubre la figura de Felipe Alaiz, autor de un opúsculo de igual título, en el que según Cercas hace una gran defensa del fondo frente a la forma en literatura. Como es tema frecuente de conversación con Pedantín, decido escribir una entrada utilizando alguna de las magníficas verdades que Alaiz defiende, para atacar con buenos argumentos a la defensa encarnizada que de la forma literaria hace Pedantín. Pero como el Volti es el Volti y la cabra tira al monte, en lugar de escribirlo y punto, pues me intereso por Felipe Alaiz y ¿qué me encuentro? pues al mejor escritor anarquista, a un periodista libertario que empieza en el Sol, que dirige Tierra y Libertad o Solidaridad Obrera, que sufre una vida de hambre, derrota, exilio y termina cayendo en el olvido. Así que empiezo a leer en lugar de escribir, y me doy cuenta que en realidad Javier Cercas ya me lo había contado todo, que era un resumen estupendo y que lo único que me había ocultado era lo que me hizo desinteresarme por Alaiz: era gran amigo y admirador de Baroja y feroz crítico y máximo ridiculizador de Valle-Inclán. Yo creo, a pesar de que esta opinión hace sufrir a mi señora (que ruge entre aspavientos y con toda la razón del mundo: 'no tienes ni puta idea, si ni siquiera los has leido') que ambos son un coñazo, que mucha forma, que mucho Madrid del XIX, que mucho retrato de una sociedad y mucha leche con calostros, pero que de fondo flojitos (no los he leído, lo prometo, sabéis que soy un ácrata), y que si, el que me encandila con el fondo, babea con Baroja, a tomar por culo.
Pero, casualidades de la vida, en el mismo artículo, Cercas, citando a Hannah Arendt (?) habla de Kafka como el escritor menos prescindible del siglo XX, afirmando "lo único que atrae y seduce al lector en la obra de Kafka es la verdad misma, a la que llega con su perfección sin estilo, puesto que todo estilo distrae de la verdad por su propio atractivo". ¿Cuál es la casualidad? pues que, leyendo a Antonio Martínez Ron en su Guía para perplejos descubro las tesis de Sánchez Trujillo acerca de Kafka, que inesperadamente logran convencerme de que el 'escritor menos prescindible del siglo XX' pasó su vida reescribiendo (principalmente) Crimen y Castigo de Dostoievski. El escritor de 'la verdad misma' recurre a estructuras ya creadas para, mediante un juego de espejos, contarnos su propia verdad tal y como ya había sido contada.
No os lo creéis ¿verdad?
Pues si escribo el post llegaréis a la convicción de que la única responsabilidad que tenemos los lectores es la búsqueda de nuestra historia dentro de cada libro. La forma es artificio que alimenta nuestro esnobismo a la hora de decidir lo que merece gustarnos. El estilo verdadero es la ausencia de estilo. Son los libros los que deben hablar como los hombres, y quizás todos los hombres tenemos la misma historia que contar. Llevamos toda la vida leyendo el mismo libro, o viviendo la misma vida. O no.

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