martes, 31 de agosto de 2010

Proyecto en curso. Trama 3. Capítulo X. Escena X. Borrador 1

En la almazara de los Clavijo cinco pequeños escuálidos forman ante la boca de un trujal. Secan con las mangas renegridas el sudor de sus cabezas rapadas. Un hombre fuerte sostiene la soga. Apoya con firmeza un pie en el saliente de la tapa, se encorva y tira. Sale un niño pálido y desmadejado. De inmediato el primero de la fila se anuda la cintura, coge el estropajo y es bajado al infierno, donde frota las paredes con prisa hasta percibir que el desmayo es inminente. Entonces agita la soga y es izado. Dos o tres minutos, es un chico fuerte, soporta bien el calor asesino. Una vez fuera el compañero anterior, ya recuperado, le ayuda a tumbarse y le arroja el agua de un cubo sobre la cabeza. En unos segundos pasa el mareo y el chico prepara el cubo para el siguiente, que ya trabaja dentro, mientras el que le asistió pasa a ocupar el último puesto de la fila.
¡No veo, no veo, mierda, no puedo ver nada!
El hombre se asoma y comprueba que las velas siguen encendidas. Asustado agarra con una mano el cuello del que espera su turno. Mano enorme, áspera. Que dónde ha estado metido ese, que te voy a tener dentro un cuarto de hora, que no me cuentes historias, o me lo dices o no lo saco hasta que reviente. Comienza la soga a agitarse en la otra mano, igualmente callosa, del hombre que no cede. Siguen los tirones, desesperados, está intentando trepar. Los gritos cada vez más ahogados. Que va a ser por el calor, seguro, que es la primera vez que entra, que antes estaba en la criba pero hoy nos faltaba un refuerzo. El hombre suelta la soga y mira desafiante al interrogado. Tú verás. Se rinde. Lo suelta de corrido. Que salió fuera, a las Peñas de Castro, a por espárragos, que lo subas, por Dios.
¡Joder! ¡Llamad a don Francisco! ¡Rápido!
Y el molinero que está cerca se apura hasta el despacho, desde el que ya llega Francisco Clavijo, enfadado, apretando el bigotito con una pinza de sus dedos. Que no son formas, que a él prisa no le mete ni su santa madre. El hombre se quita la gorra y humilla la cabeza. Que es por el de dentro, que dice que no ve y éste, señala al compañero tembloroso, asegura que salió de la ciudad para coger espárragos. No sale un ruido del trujal. Clavijo se asoma y lo ve desmayado en el fondo. Que si vio a algún infectado, que no me vengas con tonterías que te suelto a los perros. Y el chico que no, que no se encontró con nadie, y que es verdad, que es por el hambre, que las gachas del hospicio no dan para limpiar trujales. Cómo coño sale un mierda de éstos, de qué nos sirve la muralla, de qué los vigías. Confiesa ya sin reserva. Que arriba de los Escuderos hay un ángulo muerto que el vigilante de la puerta de la Alcantarilla no puede controlar, que le ayudamos a subir y a cambio nos dejaba comer algo de lo que apañase, que para la vuelta dejamos preparada una cuerda. Clavijo se retira resoplando en busca de sus guardas. Que me saquen a esos cinco de la ciudad, que los metan en un Land Rover y que procuren no tocarlos, que ya hablaré yo con Lascano ¿Y el de dentro? A ese le echan la soga encima. Y sellen el trujal.

3 comentarios:

Porrito dijo...

Este proyecto promete. Sigue metiendo cositas por aquí. La historia conmueve.
No sé si es por la hora en que lo he leído, pero me ha costado un poco. Supongo que lo de "borrador 1" también predispone. Si fuera como texto aislado podrías jugar mucho más con el horror de la situación y de la decisión. Imagino que luego el contexto variará mucho la percepción de los detalles.
Pero sigue, sigue, no pares. Ahora no puedes mirar para atrás, sella el puto trujal y ya lo abrirás cuando haya cesado la radioactividad.

Pedantín dijo...

Madre mía Volti, no hago sino preguntarme cuál será el argumento principal: una ciudad sitiada por una enfermedad contagiosa, o acaso por la contaminación de un ataque nuclear una cuarentena en un Jaén ficcionado, casi atemporal... Qué es lo que ha pasado? Tanto le hemos tocado los huevos al islamismo radical? Es la capa de ozono? Chernobyl ?

Madre mía, sí que promete...

Conociéndote, estoy absolutamente convencido que ahora hay material en tu cabeza para una novela publicable, y esta vez parece material ordenado y extenso.

En cuanto al estilo, estamos en fase de borrador, claro. Yo no abusaría de los recursos puramente estilísticos que pudieran resultar reiterativos. Se puede dotar al estilo propio de personalidad e incluso intentar fórmulas narrativas más o menos experimentales o innovadoras sin necesidad de abusar de los recursos que imprimen esa personalidad.
De todas formas las imágenes tienen tanta fuerza que no necesitan tampoco ser contadas como Absalom, Absalom o Conversación en la Catedral.
Déjalo que fluya Volti, naturalidad...

Volti dijo...

Pedantín hace diana a la primera, algo hay de una ciudad sitiada por una enfermedad contagiosa. Falla en cuanto a que sea el argumento principal, de momento no pretende serlo, por eso he subido esta escena, para no dar demasiadas pistas, aunque habrá que ver cómo crece la historia.
Porrito, es verdad que cuesta, pero no solo porque haya que depurarlo y situarlo en el contexto, es que está todo por hacer.
Sobre el estilo totalmente de acuerdo, Pedantín, y tranquilo, que si pretendiera ser Faulker o V.Llosa te aseguro que ni me sentaba a intentarlo. Eso que identificas como estilo y que se refiere puramente al enfoque de los diálogos es consecuencia de la forma de enfrentarme al proyecto. Se lo que quiero contar en la escena y lo redacto a vuelapluma, se trata solo de reflejar la sicosis que crea en los habitantes la sospecha de la enfermedad, no es el momento de plantearme con precisión los diálogos ni si voy a hacerlos transcribiendo las palabras de los personajes o insertándolos en la narración, como tampoco de informarme de la forma en que se limpian los trujales o de la temperatura que se alcanza en su interior. Se trata solo de escribir, escribir mucho los cuatro ratos que me siento a hacerlo, y cuando haya un tocho con un idea clara, dedicar unos meses a corregir, documentarme y enfocar la historia como un todo. Entonces será el momento de plantearse esas cosas. Ahora solo redacto bocetos de aquellas escenas que tienen más fuerza, que por algún lado hay que empezar.
Prometo alguna otra entrega y espero no estancarme como siempre. Empiezo a asumir que si alguna vez quiero terminar algo debo empezar a robar horas al sueño.
Gracias hermanos.