martes, 30 de enero de 2007

El Ocaso de la PAK


Viene siendo desgraciadamente habitual en el pasado siglo y en este que ya estamos desgranando, que con el paso del tiempo se desgasten aquellos movimientos que otrora prometieran fecundidad sin límites y perdurabilidad indefinida, violentamente apasionados en su cuna, desgarradores y auténticos, sus miembros fundadores convertidos en leyendas vivas, mártires incluso de una fe capaz de entregar la vida a cambio de una Idea, cuya platónica claridad ilumine nuestra serpenteante senda, apartando las sombras que ciegan nuestros ojos, veneno de apariencias que inunda los sentidos....

Así ha caido ya, de esa manera, lo que tan brillantemente comenzara como repulsa a la indolente naturaleza de algunos, quizás de la mayoría, que se presta impertérrita a la convencional vejación del alma del individuo, dejándose arrastrar por la absurda aceptación de unos valores que nunca supimos distinguir como tales, careciendo de sentido en lo más profundo de nuestros corazones... Así quisimos no quedar inmunes en la segura lejanía del quién afirma no querer probar veneno... No. Elegimos blandir la más poderosa de las armas, la expresión de nuestro yo único e individual a través de la palabra, en riquísimo contraste con el de nuestros no tan semejantes, proclamando quizás un reto alternativo, novísimo, siempre diferente....

A lo peor piensa mi querido lector que la gravedad de mi tono puede considerarse absurda y un tanto pueriles las afirmaciones que aqui se están vertiendo... Seguramente sea porque un día sintióse como una de las aves del cielo, quizás gaviota de puerto, y se alimentara entonces de una libertad con sabor a estercolero, para volver planeando desde la derecha hasta un sillón donde enseñorear sus patéticas miserias ante la fálica sensación de un micrófono delante de la boca...

A lo mejor lo piensas querido lector, y consigues en ese mismo acto de íntima vergüenza alcanzar el inicio del camino para tu redención... Deberías estar pues, agradecido, nuestra hermandad nunca ha cerrado sus puertas a quien se desnuda ante sí mismo para mirarse al espejo y sonreír, en la plácida y serena aceptación de los defectos....

Probablemente ese mismo que enturbiara tu corazón y tu mente, emborrachando tus sentidos de los colores, perfumes y dulzones regustos que recorren el Zoco, es consciente de su endemoniada práctica, adivirtiéndose su lucífera carcajada cuando comenta la caida de un nuevo inocente ante la tentación de emular las notas de unos ídolos con pies de barro.... Para él ya es tarde, ha asumido su satánica condición, extremo opuesto y necesario que habita en la oscura profundidad de la caverna...

Puede que la resignada cadencia de estas líneas no reflejen del todo nuestra dolorosa actualidad. El ocaso es la muerte de un magnífico y poderoso día, que sin embargo, es incapaz de sobrevivir a su escasísima existencia en la atemporalidad eterna. Así ha de ser pues, también, para aquellos que un día creyeron formar parte de algo que les hacía sentir auténticamente ellos, sin estridencias ni lamentabilísimos lamentos pseudo-amplificados.



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